Ganaderia

Carne y divisas: Argentina apuesta a retenciones cero mientras Asia acelera el consumo

El Gobierno eliminó las retenciones a la carne bovina y aviar hasta el 31 de octubre para impulsar exportaciones en un contexto de falta de dólares y creciente demanda asiática.

Matías Cosenza
Periodista Agrolatam

En medio de la brecha cambiaria y la escasez de dólares, el Gobierno anunció retenciones cero para las exportaciones de carne bovina y aviar hasta el 31 de octubre. La medida busca dar aire a un sector clave para la generación de divisas y, al mismo tiempo, ganar competitividad frente a vecinos como Brasil, Uruguay o Paraguay. Sin embargo, la coyuntura local se cruza con un escenario internacional en plena transformación: mientras la demanda china comienza a mostrar signos de estabilización, aparece con fuerza el sudeste asiático, una región que ya se proyecta como el nuevo motor del comercio global de proteínas.

Los números son contundentes. En los últimos 25 años, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la producción mundial de carne vacuna aumentó un 23%, al pasar de 50 millones de toneladas en 2000 a 61,6 millones en 2025. Pero el verdadero salto se dio en las exportaciones: crecieron un 129%, de 5,9 a 13,5 millones de toneladas. En otras palabras, una proporción cada vez mayor de la carne producida en el mundo se destina al comercio internacional. Si en el año 2000 apenas el 12% de la producción se exportaba, en 2025 esa participación ya asciende al 22%.

En poco más de una década, China pasó a concentrar el 32% de la demanda mundial de carne vacuna

El gran protagonista de la última década fue China, que pasó de compras marginales en 2011 a importar 4 millones de toneladas en 2025, lo que representa el 32% de la demanda mundial. Sin embargo, en paralelo empieza a consolidarse otro fenómeno: el avance del sudeste asiático, encabezado por países como Malasia, Indonesia, Singapur, Tailandia, Vietnam y Filipinas, que en conjunto suman más de 600 millones de habitantes, crecen a tasas del 5% al 6% anual en su PIB y cuentan con un potencial de compra superior a 1,5 millones de toneladas. Su producción doméstica es reducida, disponen de abundantes divisas y muestran una fuerte propensión a incorporar carne vacuna en su dieta a medida que mejora su poder adquisitivo.

En este contexto, la Argentina tiene una oportunidad, pero también enfrenta obstáculos serios. El país llega con costos logísticos elevados, un historial de retenciones que restan competitividad y una marcada falta de previsibilidad en las políticas agroexportadoras. Mientras tanto, Brasil continúa siendo el gran jugador regional, con volúmenes extraordinarios de exportación producto de una fase de liquidación ganadera que le permitió inundar el mercado con carne a precios muy competitivos. No obstante, analistas del vecino país anticipan que esta fase podría revertirse en los próximos meses, lo que encarecería los precios internos y reduciría la capacidad exportadora brasileña. Ese escenario abriría una ventana para otros oferentes, siempre que logren posicionarse con solidez.

El país llega con costos logísticos elevados, un historial de retenciones que restan competitividad y una marcada falta de previsibilidad en las políticas agroexportadoras - aproximadamente un 30-40 % detrás de competidores como Brasil y Uruguay en eficiencia logística.

La competencia regional es feroz. Uruguay y Paraguay han ganado terreno en nichos específicos con acuerdos comerciales más dinámicos y mayor estabilidad normativa. Australia también se mantiene como un actor de peso en el Pacífico, mientras que Estados Unidos, pese a la caída de su consumo per cápita, sigue marcando referencia en precios internacionales. En casi todos los países tradicionalmente exportadores, incluido Argentina, se observa un retroceso en el consumo interno de carne vacuna, lo que refuerza la necesidad de volcar excedentes al mercado global.

El fenómeno del sudeste asiático recuerda lo ocurrido en su momento con Japón, Corea del Sur y, más recientemente, China. Una vez que el consumo de proteínas se incorpora a la dieta de clase media, el crecimiento de la demanda es sostenido y de largo plazo. Para Argentina, esto representa una chance de capitalizar su reputación internacional en carne de calidad, pero requiere superar las limitaciones estructurales. El dólar soja, los derechos de exportación y los vaivenes de política interna generan incertidumbre que conspira contra la previsibilidad de inversiones en la cadena cárnica.

El consumo de proteínas en Asia crece, impulsado por China e India: demanda que redefine el mercado global.

El anuncio de retenciones cero hasta octubre ofrece un alivio transitorio y puede traducirse en un aumento inmediato de embarques. Sin embargo, la pregunta central es si alcanza para posicionar al país de manera estratégica en un mercado global cada vez más competitivo. Los países del sudeste asiático recién empiezan a descubrir la carne vacuna, y el proceso recién arranca. Si Argentina logra consolidar acuerdos comerciales, invertir en infraestructura logística y avanzar en trazabilidad y sustentabilidad, podría subirse a un ciclo expansivo que promete sostenerse en el tiempo.

En definitiva, la medida oficial llega en un momento oportuno, pero no debe quedar en una solución de coyuntura. El futuro de la carne argentina dependerá de combinar la calidad reconocida de su producto con una política estable de inserción internacional. Solo así podrá competir de igual a igual en el nuevo mapa de la demanda mundial, donde el sudeste asiático se perfila como el escenario clave de los próximos años.

Esta nota habla de: