Chile

Chile avanza en una herramienta para evaluar la vida biológica de sus suelos agrícolas

El SAG y el Centro Ceres desarrollan un método visual que permitirá monitorear la vitalidad de los suelos en predios orgánicos certificados. La iniciativa se pondrá a prueba en la Región de Valparaíso.

El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y el Centro Ceres están trabajando en la creación de una herramienta inédita en el país para evaluar la salud biológica de los suelos agrícolas, con el objetivo de fortalecer el desarrollo de la producción orgánica y sostenible.

El proyecto busca establecer una línea base nacional sobre la condición biológica de los suelos orgánicos, aplicando una metodología de observación directa en terreno que permitirá interpretar visualmente la actividad biológica del suelo, su estructura y su nivel de biodiversidad. La iniciativa se enmarca en los esfuerzos del SAG por fortalecer la implementación de la Ley N.º 20.089 de Certificación Orgánica y avanzar hacia prácticas agrícolas que prioricen la sustentabilidad.

Durante los primeros talleres realizados en la Región de Valparaíso, profesionales del SAG, investigadores y técnicos del Centro Ceres trabajaron sobre el concepto de "suelo vivo", entendiendo que su fertilidad no depende solo de nutrientes, sino de la interacción entre microorganismos, raíces, aire y materia orgánica.

Miriam Orellana, encargada regional de Recursos Naturales Renovables del SAG Valparaíso, explicó que la iniciativa permitirá evaluar cómo responden los suelos frente a las prácticas utilizadas por los agricultores orgánicos, quienes no aplican agroquímicos y promueven la diversidad natural. "Queremos generar información real que refleje el estado de los suelos bajo este tipo de manejo y acompañar a los productores en su mejora continua", señaló.

Un modelo práctico para agricultores y técnicos

La nueva herramienta se diferencia de los métodos tradicionales por su carácter visual y participativo, lo que permitirá a los propios agricultores identificar los signos de salud o deterioro del suelo sin recurrir a laboratorios. Con ello se busca fortalecer la autonomía técnica de los productores y mejorar la gestión del recurso desde una mirada agroecológica.

Para Claudio Cárdenas, jefe del Departamento de Agricultura Orgánica del SAG, esta innovación "va a permitir demostrar con evidencia que la producción orgánica no solo es viable, sino también ambientalmente sustentable". El funcionario destacó que, más allá de los beneficios productivos, el enfoque biológico de la herramienta contribuye a validar científicamente los impactos positivos del manejo orgánico.

El plan piloto comenzará en 2025 en predios certificados de la Región de Valparaíso y servirá como base para una futura expansión a otras regiones agrícolas del país. En esta primera etapa, se trabajará con productores de las comunas de Quillota, La Cruz y San Esteban, zonas donde la agricultura orgánica ha mostrado un crecimiento sostenido.

Carlos Huenchuleo, director ejecutivo del Centro Ceres, destacó la relevancia de esta colaboración público-privada: "Conectar la investigación aplicada con la labor de servicios como el SAG nos permite traducir el conocimiento en herramientas concretas. Es una forma de que la ciencia llegue directamente al campo".

El trabajo conjunto contempla la creación de protocolos estandarizados de observación y la capacitación de técnicos y agricultores en la interpretación de indicadores biológicos simples, como la actividad de lombrices, la estructura del suelo o la descomposición de materia orgánica. De esta manera, cada predio podrá monitorear su evolución año a año, generando información útil para la toma de decisiones y para futuras políticas públicas.

Desde el SAG subrayan que la iniciativa busca instalar una nueva cultura de manejo del suelo, centrada en la vida biológica y la regeneración natural, más que en el uso intensivo de insumos externos. "El objetivo es que este método se transforme en una herramienta práctica y de bajo costo que se pueda usar a nivel nacional", indicó Orellana.

El proyecto también apunta a fortalecer la cooperación institucional entre investigación, extensión y fiscalización, integrando la evaluación biológica en el proceso de certificación orgánica. En el mediano plazo, el organismo espera contar con una base de datos nacional sobre la condición biológica de los suelos, lo que permitiría orientar programas de fomento y monitorear los efectos del cambio climático en la producción agrícola.

Con esta nueva metodología, Chile da un paso hacia una agricultura más consciente y resiliente, donde el suelo se reconoce como un recurso vivo y esencial para la sostenibilidad del sistema productivo y la seguridad alimentaria del país.

Agrolatam.com
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