China respondió a Estados Unidos y advirtió sobre "intervencionismo": tensión geopolítica con impacto en el agro argentino
China acusó a Estados Unidos de "intervencionismo" tras el acuerdo con la Argentina y reavivó la tensión global que amenaza al agro nacional.
La relación geopolítica entre China, Estados Unidos y la Argentina volvió a tensarse este fin de semana, luego de que la Embajada de China en Buenos Aires emitiera un duro comunicado contra Scott Bessent, secretario del Tesoro norteamericano, por sus declaraciones sobre el "salvataje económico" a nuestro país. El funcionario estadounidense había asegurado que "Estados Unidos no quiere otro Estado fallido o liderado por China en América Latina", en alusión al nuevo esquema financiero acordado con la administración de Javier Milei.
Las palabras de Bessent fueron interpretadas por la diplomacia china como una "provocación" y un gesto de "mentalidad de Guerra Fría". En su respuesta, la representación china afirmó que algunos funcionarios de Washington "solo parecen moverse con ánimo de confrontación e intervencionismo", y remarcó que "América Latina y el Caribe no es el patio trasero de nadie".
El comunicado también destacó que China impulsa acciones de cooperación con los países de la región, "siempre sobre la base del respeto, la igualdad, la colaboración y el beneficio mutuo", mientras acusó a Estados Unidos de haber intentado "imponer su hegemonía e interferir en los intereses de los pueblos". La diplomacia asiática advirtió, además, que ninguna maniobra externa podrá perturbar la relación comercial entre China y América Latina, una afirmación que cobra especial relevancia para el sector agroindustrial argentino, uno de los pilares del intercambio bilateral.
En medio del cruce diplomático, el propio jefe de Gabinete, Guillermo Francos, salió a aclarar que el acuerdo con Estados Unidos "no busca excluir a China", sino que se trata de una asistencia económica con foco en la estabilidad macro. "Puede ser que en algún tema a Estados Unidos le interese una relación más próxima, pero en los temas comerciales no tiene nada que ver", explicó.
El contexto internacional suma aún más tensión con la reciente decisión de Donald Trump de aplicar un arancel adicional del 100% a las importaciones chinas y restricciones al software procedente de Pekín, medidas que entrarán en vigor el 1 de noviembre. La escalada arancelaria entre las dos principales economías del mundo no solo complica los mercados financieros, sino que vuelve a poner en alerta a los países exportadores de alimentos, entre ellos la Argentina, que debe equilibrar sus lazos con ambas potencias.
Para el agro argentino, este conflicto abre un nuevo frente de incertidumbre, ya que China es el principal destino de nuestras exportaciones de soja, carne y cebada, mientras que Estados Unidos representa un socio financiero y tecnológico clave. Cualquier deterioro en la relación entre ambos gigantes puede repercutir en la demanda global, los precios internacionales y las oportunidades de exportación.
En paralelo, la competencia entre Washington y Pekín por la influencia en América Latina también se traduce en una disputa por el control de flujos comerciales y acuerdos estratégicos. En ese tablero, la Argentina -y en especial su sector agroexportador- se encuentra en una posición delicada: necesita financiamiento e inversión estadounidense, pero también mantener el acceso privilegiado al mercado chino, vital para su balanza comercial.
En definitiva, el cruce diplomático entre China y Estados Unidos, con la Argentina como escenario indirecto, muestra que el agro vuelve a estar en el centro de la geopolítica global. Y en ese contexto, cada declaración y cada movimiento pesan: el desafío argentino será sostener una política exterior pragmática que preserve la estabilidad económica sin poner en riesgo los mercados que sostienen la exportación agroindustrial.