Promesas rotas y oportunidades limitadas: el campo costarricense en la encrucijada del vínculo con China
La ruptura con Taiwán y el giro hacia China en 2007 prometían acceso a financiamiento, exportaciones masivas y desarrollo para el agro. Dieciocho años después, el comercio agrícola se estancó, el déficit se disparó y las tensiones con EE.UU. complican aún más el panorama.
Una relación asimétrica: el agro nacional en segundo plano
En 2007, cuando Costa Rica rompió relaciones diplomáticas con Taiwán y abrazó a la República Popular China, el agro esperaba beneficios inmediatos: apertura comercial, inversión en infraestructura rural, apoyo técnico y nuevos destinos para sus productos. Sin embargo, la balanza ha sido desigual. Hoy, el campo costarricense sigue fuera del eje central de esta relación marcada por obras inconclusas, desequilibrios comerciales y redes de influencia poco transparentes.
Comercio agrícola: la gran deuda pendiente
Desde la firma del tratado de libre comercio (TLC) en 2011, las exportaciones costarricenses a China han sido mínimas, mientras que las importaciones chinas han crecido sin freno. En 2023, Costa Rica exportó apenas US$402,7 millones a China, frente a US$3.390 millones en importaciones, generando un abrumador déficit comercial de casi 3.000 millones.
Los productos agropecuarios no lograron posicionarse en el mercado chino, en parte por barreras fitosanitarias, costos logísticos y falta de acuerdos específicos. El sector cafetalero, por ejemplo, ha tenido dificultades para penetrar en China, mientras productos como frutas tropicales, carne bovina o lácteos no cuentan con protocolos sanitarios habilitados.
Inversiones frustradas y efectos colaterales en infraestructura rural
Algunas de las obras promovidas con financiamiento chino prometían mejorar la conectividad y facilitar la salida de productos agrícolas, pero terminaron retrasadas o paralizadas:
Ruta 32 (Limón-San José): considerada estratégica para el acceso a puertos atlánticos, sigue inconclusa tras más de 12 años, afectando el transporte de banano, piña, café y otros productos hacia mercados internacionales.
Proyecto del monorriel o ferrocarril interurbano, impulsado por China Harbor Engineering, no incluye accesos productivos ni contempla zonas rurales clave.
Estas demoras, además de frustrar expectativas logísticas del agro, generaron desconfianza hacia los modelos de ejecución promovidos por empresas estatales chinas, que no siempre se ajustan a las normativas ambientales o de transparencia locales.
Tensiones con EE.UU. y el efecto indirecto en el sector agrícola
En febrero de 2025, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, visitó Costa Rica y celebró la exclusión de empresas chinas de la red 5G, al tiempo que advirtió sobre los riesgos de la influencia de Pekín en sectores estratégicos.
Este giro diplomático hacia Washington complica la proyección de proyectos chinos en zonas rurales, donde muchas veces se prometen planes agrícolas, centros de capacitación o donaciones de maquinaria como parte de acuerdos bilaterales.
Las tensiones también impactan indirectamente en el agro por el riesgo de caer en disputas geopolíticas: mientras China presiona con ayuda técnica y becas para técnicos agrícolas, EE.UU. monitorea posibles injerencias, frenando proyectos con potencial local.
Redes de influencia con alcance al agro
Desde el Instituto Confucio hasta las cámaras de comercio binacionales, la presencia de China se ha expandido a universidades, medios de comunicación y gremios empresariales. Si bien algunos cursos y becas han beneficiado a jóvenes del sector rural, el grueso de estas iniciativas no ha tenido impacto directo en las cadenas productivas del agro nacional.
Por otro lado, los lazos de empresarios y legisladores con Huawei y otras firmas tecnológicas han generado inquietudes en sectores cooperativos, donde se teme que ciertos acuerdos favorezcan a grupos reducidos sin beneficios para los pequeños productores.
Crimen organizado y presión sobre territorios rurales
Las operaciones ilegales atribuidas a redes chinas -como la pesca no autorizada, la trata de personas y el lavado de dinero en zonas costeras y rurales- también afectan al agro. La reciente operación "Matsu" reveló el uso de rutas logísticas que coinciden con territorios productivos, generando tensión social y percepción de impunidad en regiones ya vulnerables.
Además, el uso de tecnología de vigilancia de origen chino en municipios rurales, como cámaras de Hikvision, plantea dilemas sobre seguridad territorial, privacidad y autonomía local, especialmente en comunidades agroexportadoras.
¿Qué dejó China al agro costarricense?
Aumento de exportaciones agrícolas | Exportaciones marginales y sin dinamismo sostenido |
Inversión en infraestructura rural | Demoras estructurales, obras inconclusas, limitada conectividad |
Tecnología agrícola o maquinaria | Donaciones puntuales sin continuidad ni escalabilidad |
Transferencia de conocimiento | Cursos aislados, sin estrategia integral para el agro |
Integración comercial real | Déficit abultado, sin acceso preferencial para productos clave |
una oportunidad mal aprovechada
La relación con China pudo haber sido un trampolín para el desarrollo rural costarricense, pero terminó marcada por asimetrías, expectativas incumplidas y redes de influencia con poco impacto tangible en el agro. A esto se suma un creciente desbalance geopolítico, con Estados Unidos reactivando su rol en la región y tensionando aún más el juego diplomático.
Hoy, el agro costarricense necesita una estrategia propia, que no dependa de rivalidades entre potencias, sino de una visión nacional clara sobre con quién, cómo y para qué se comercia, se invierte y se coopera.