Colombia

Colombia: un gigante ganadero que no logra dar el salto exportador

Con más de 30 millones de cabezas de ganado, Colombia podría convertirse en un actor de peso en el mercado global de carne bovina. Sin embargo, el sacrificio clandestino, la falta de trazabilidad y los vacíos en política comercial complican esa oportunidad.

Colombia ostenta un hato de más de 30 millones de bovinos, uno de los más grandes del mundo, pero el sector cárnico enfrenta obstáculos que limitan su despegue como potencia exportadora. Según datos de Fedegán, cerca del 40% del sacrificio bovino se realiza de forma clandestina, un fenómeno que debilita la cadena de valor, compromete la salud pública y reduce la competitividad del país en el comercio internacional.

El sacrificio ilegal de animales, muchas veces robados y faenados en potreros o instalaciones sin control, es hoy uno de los principales problemas del sector. La carne que llega a los mercados carece de trazabilidad y garantías sanitarias. A esto se suma la débil capacidad de control: las secretarías de salud municipales no cuentan con recursos suficientes y el Invima no logra cubrir la vigilancia en todo el territorio.

Óscar Cubillos Pedraza, jefe de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán - FNG, advirtió que el fortalecimiento de las entidades territoriales y la implementación de un sistema nacional de trazabilidad bovina son medidas urgentes. "Si encuentro un bovino en cualquier parte, debo poder rastrear su origen y verificar su legalidad", señaló.

El cierre de plantas de beneficio en municipios pequeños ha dejado vacíos que rápidamente fueron ocupados por el sacrificio ilegal. Las plantas de autoconsumo en regiones apartadas, especialmente en municipios de categorías 5 y 6, requieren inversión y modernización para competir con la clandestinidad.

Aunque en 2024 se registró una ligera recuperación en los niveles de sacrificio formal, aún no se alcanzan los volúmenes de 2013. En paralelo, el mercado interno se ve presionado por las importaciones de carne porcina y aviar, que superan las 200.000 toneladas anuales y restan espacio al consumo de carne bovina.

Otro problema estructural es la distorsión de precios: cuando el ganado en pie baja de valor, el consumidor no ve un alivio en el precio final de la carne; pero si el ganado sube, los cortes al público se encarecen de inmediato. Esta asimetría favorece a los intermediarios, desincentiva la formalización y golpea el bolsillo de los hogares.

En el frente externo, la situación no es más alentadora. La apreciación del peso colombiano frente a monedas de competidores como el real brasileño ha encarecido las exportaciones. Mientras Brasil gana terreno en los mercados con un tipo de cambio favorable, Colombia ve cómo su carne se encarece en dólares, perdiendo atractivo frente a otros proveedores.

Además, la falta de una política comercial agresiva limita el acceso a mercados estratégicos. El arancel del 10% en Estados Unidos sigue sin resolverse, y la ausencia de gestión diplomática impide que la carne colombiana ingrese a un destino que debería ser prioritario. Tampoco se han aprovechado oportunidades en Asia, como Indonesia o Japón, donde la demanda por proteína bovina es creciente.

Colombia tiene las condiciones para ser protagonista: un hato robusto, diversidad de ecosistemas y experiencia productiva. Pero sin trazabilidad, control efectivo y acuerdos comerciales sólidos, el país seguirá relegado frente a competidores como Brasil, Uruguay o Argentina, que avanzan con mayor consistencia en los mercados de alto valor.

Agrolatam.com
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