Investigadores de Embrapa Meio Ambiente, junto a la UNESP y el Instituto Biológico de São Paulo, descubrieron que probióticos empleados en nutrición aviar, como Bacillus y Lactobacillus, también estimulan el crecimiento de la lechuga, fortaleciendo su sistema radicular y aumentando su biomasa. El resultado podría marcar un nuevo paradigma en la producción agrícola sostenible, reemplazando parcialmente el uso de fertilizantes químicos.

La integración entre la industria pecuaria y la horticultura podría estar abriendo una nueva frontera tecnológica. Investigaciones recientes confirman que probióticos utilizados en la alimentación de aves también benefician el desarrollo vegetal, especialmente en cultivos de ciclo corto como la lechuga. Una innovación que podría reducir el uso de insumos químicos y mejorar la sustentabilidad del sistema agrícola.

En los ensayos realizados, se aplicaron dos productos comerciales a base de probióticos sobre el sustrato de lechugas recién sembradas, reforzando la aplicación durante el ciclo mediante riego localizado. Los resultados fueron consistentes: mejoras en el crecimiento de la parte aérea, mayor desarrollo radicular y aumento en la biomasa fresca y seca.

Una solución biológica con potencial agroexportador

Los microorganismos utilizados -conocidos en la avicultura por su capacidad de modular la microbiota intestinal y aumentar la eficiencia zootécnica- demostraron activar procesos bioestimulantes en las plantas, competir con microorganismos patógenos y fortalecer sus defensas naturales. Estos efectos ofrecen una alternativa viable a fertilizantes convencionales, alineándose con las exigencias internacionales sobre inocuidad, trazabilidad y huella ambiental.

Próximos pasos: escalabilidad y validación multiclima

Si bien los resultados en lechuga son alentadores, los científicos señalan que será fundamental realizar pruebas en diversos tipos de suelo, climas y cultivos para determinar su aplicabilidad a mayor escala. También se estudia cómo estas bacterias interactúan con la microbiota local, un factor clave para definir su efectividad real en condiciones de campo.