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Comercio Sur-Sur: Cómo los aranceles de EE.UU. aceleran la expansión china en Latinoamérica

Los aranceles impuestos por EE.UU. impulsaron a China a reorientar su comercio hacia América Latina y otras regiones del Sur Global, creando un nuevo eje de poder económico.

Desde el endurecimiento arancelario impulsado por la administración de Donald Trump, el comercio chino ha experimentado una transformación estratégica en sus destinos. Según un reporte de S&PGlobal, las exportaciones de bienes hacia el Sur Global -regiones como Latinoamérica, Sudeste Asiático y Medio Oriente- se han duplicado en la última década, superando ampliamente el ritmo de crecimiento hacia EE.UU. (28%) y Europa Occidental (58%).

Esta aceleración se ha intensificado desde el inicio de las políticas arancelarias (2018), con un aumento de exportaciones del 65% en los últimos cinco años, triplicando la tasa registrada en el quinquenio previo. Actualmente, China exporta $1,6billones a estas regiones, un volumen superior en más del 50% al registrado con EE.UU. y Europa Occidental combinados.

Detrás de este redireccionamiento comercial hay factores tanto de empuje como de atracción: los aranceles estadounidenses y la ralentización económica doméstica obligan a las empresas chinas a diversificar sus destinos y buscar mercados con mayor crecimiento potencial. Al mismo tiempo, muchos países en desarrollo ofrecen incentivos, apertura comercial y convenios que favorecen la inversión y la expansión productiva.

Los efectos son cuantitativos y estructurales: el comercio de China con sus 20 principales socios del Sur Global representa en promedio el 20% del PIB de esos países. Además, más de la mitad del superávit comercial chino proviene de estas regiones, comparado con el 36% de EE.UU. y el 23% de Europa Occidental.

La estrategia ha evolucionado más allá de exportar a estos mercados. Muchas empresas chinas ahora producen directamente en ellos, estableciendo centros fabriles en el Sudeste Asiático -región con el mayor dinamismo en ese sentido-, lo que fortalece las cadenas de valor regionales y reduce riesgos derivados de los aranceles.

Surgen así interrogantes geoeconómicos: este cambio puede apuntar a un nuevo orden mundial donde el comercio Sur-Sur se convierta en el centro de gravedad global, con las multinacionales chinas como protagonistas principales.

No obstante, esta expansión no está exenta de tensiones. En varios países receptores surgen críticas por parte de sectores industriales y sindicatos que alertan sobre la competencia de importaciones baratas que podrían desplazar industria local. A esto se suma el contexto de desaceleración económica y volatilidad global derivadas de la guerra comercial, lo que exigirá estrategias diplomáticas y políticas más finas por parte de Pekín.

En paralelo, la respuesta diplomática china ha sido directa: busca consolidar alianzas con países afectados por el proteccionismo estadounidense, posicionándose como socio fiable y firme defensor del multilateralismo comercial.

Para América Latina, el impulso chino representa una oportunidad estratégica. La creciente presencia del gigante asiático puede traducirse en mayor acceso a financiamiento, transferencia tecnológica e impulso a infraestructura logística y agroindustrial. Pero también plantea riesgos derivados de una posible dependencia excesiva -que derive en condiciones desfavorables o desequilibrios comerciales-.

En ese contexto, es clave que los países latinoamericanos busquen crear valor agregado local, mejorar cadenas de trazabilidad y cumplir las normas fitosanitarias, además de negociar activamente los marcos de cooperación, para asegurar que estas dinámicas de inversión y comercio contribuyan al desarrollo sostenible.

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