Paraguay

Ganadería en alerta: confinamientos en auge con menos vientres y terneros disponibles

El negocio del engorde intensivo vive un momento de gran rentabilidad, aunque la reducción de vientres y la escasa reposición de terneros plantean un desafío estructural para la sostenibilidad de la cadena cárnica.

El confinamiento bovino se ha consolidado como una de las alternativas más rentables para los productores ganaderos en la región. Los buenos márgenes del engorde intensivo están impulsando tanto a productores tradicionales como a nuevos actores a sumarse a este sistema, que ofrece resultados previsibles en plazos más cortos y responde a la creciente demanda de carne en mercados locales e internacionales. Sin embargo, detrás de esta expansión surge una advertencia que podría condicionar el futuro inmediato: faltan terneros para reposición.

El entusiasmo actual en torno al confinamiento no debe ocultar un problema estructural. Los sistemas de recría y engorde requieren un suministro constante de animales jóvenes, pero la reducción de vientres y la falta de incentivos para sostener la cría están limitando la disponibilidad de terneros. Este desajuste amenaza con generar un cuello de botella en el corto plazo, poniendo en riesgo la continuidad de un modelo productivo que hoy goza de gran dinamismo.

Especialistas advierten que el 2026 podría ser un año crítico en términos de reposición, dado que la presión de la demanda sobre los terneros ya está elevando sus precios. Aunque este encarecimiento brinda oportunidades para incorporar tecnología y mejorar los índices reproductivos, también expone la fragilidad del eslabón más sensible de la cadena. Como señalan los analistas, "no se puede confinar un animal que no existe".

El aumento en el precio de los terneros es, al mismo tiempo, una señal de alerta y una oportunidad. Por un lado, encarece la reposición y limita a aquellos productores que dependen exclusivamente de comprar animales para engorde. Por otro, abre espacio para apostar por más tecnología en la cría, desde mejoras en la sanidad y la nutrición de vientres hasta programas de reproducción más eficientes que garanticen un mayor porcentaje de parición.

La reducción de matrices en varios sistemas productivos es otro factor que preocupa. Muchos productores, seducidos por la rentabilidad inmediata del confinamiento, han destinado recursos a engorde intensivo en detrimento de la cría. Esta estrategia, aunque atractiva en el corto plazo, compromete la base sobre la que descansa todo el negocio ganadero: la producción de terneros. Si no se refuerza este eslabón, la expansión actual del confinamiento podría volverse insostenible.

El desafío, entonces, es lograr un equilibrio entre los distintos sistemas de producción. El confinamiento seguirá siendo clave para atender la demanda creciente y para optimizar la eficiencia en el uso de la tierra, pero requiere de una cría robusta que asegure la reposición. La incorporación de tecnología reproductiva, la mejora en los índices de destete y el manejo cuidadoso de las matrices son pasos necesarios para sostener la competitividad del sector.

En este sentido, el contexto actual debería ser aprovechado para invertir en mejoras genéticas, sanidad animal y gestión reproductiva, elementos que permitirán transformar la preocupación por la escasez de terneros en una oportunidad de modernización para toda la cadena. La clave está en no perder de vista que el negocio del engorde intensivo se apoya, inexorablemente, en la base productiva que provee la cría.

El escenario, por ahora, combina luces y sombras. Mientras los feedlots y confinamientos registran márgenes atractivos y una creciente adopción entre los productores, la falta de reposición amenaza con generar tensiones en los próximos ciclos. Si el sector logra responder con una estrategia que refuerce la producción de terneros, el futuro puede ser auspicioso. Si no, la actual bonanza del confinamiento podría enfrentar límites más pronto de lo esperado.

Agrolatam.com
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