Cuba fortalece la conservación de sus áreas protegidas, un tesoro natural del Caribe
El país resguarda 230 zonas bajo protección que cubren más del 20 % de su territorio y concentran una biodiversidad única a nivel mundial.
En el mapa ambiental del Caribe, Cuba se consolida como uno de los países con mayor riqueza natural y compromiso de conservación. Con 230 áreas protegidas que abarcan más del 20 % del territorio nacional, la isla ha desarrollado un sistema que integra comunidades locales, ciencia, tecnología e instituciones estatales para preservar un patrimonio que busca trascender como legado a las nuevas generaciones.
Según explicó Omar Cantillo, director del Centro Nacional de Áreas Protegidas (CNAP), se trata de un conjunto de ecosistemas coherentemente articulados donde se conservan los mayores valores de la biodiversidad cubana. La gestión no depende solo del CNAP, sino también de universidades, centros de investigación, gobiernos locales y del Grupo Empresarial Flora y Fauna, junto con el Ministerio de Agricultura.
Actualmente, más de 4.500 personas trabajan directamente en el sistema, que recibe máxima atención gubernamental y cuenta con reconocimiento internacional por la calidad de sus programas.
Un sistema diverso que integra ciencia, comunidades y patrimonio mundial
Cuba es considerada la quinta isla más biodiversa del planeta, y en su territorio se encuentran seis reservas de la biosfera y dos sitios naturales Patrimonio de la Humanidad. Entre ellos sobresale el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, con 79.680 hectáreas en las provincias de Holguín y Guantánamo. Este espacio, declarado por la Unesco en 2001, conserva por sí solo el 2 % de la biodiversidad global, con ecosistemas que van desde zonas de lluvias intensas de más de 3.000 mm anuales hasta áreas mucho más secas.
Parque Nacional Alejandro Humboldt
Otro ejemplo es la Reserva Ecológica Baitiquirí, ubicada en Guantánamo, que representa la única zona semiárida de Cuba y alberga el segundo matorral cactáceo más importante del mundo. Allí conviven especies raras y adaptadas a la escasez de agua, mostrando el contraste con la abundante vegetación del Humboldt.
Reserva ecológica Baitiquirí
Estos ejemplos reflejan la extraordinaria diversidad de paisajes y ecosistemas cubanos, que van desde selvas tropicales y manglares hasta sabanas y matorrales espinosos, lo que le otorga a la isla un valor de conservación sin precedentes en el Caribe.
El sistema no solo resguarda el medio ambiente, sino que también se apoya en las comunidades locales, donde gran parte de la población encuentra empleo en la protección de estas áreas. Esta interacción genera un vínculo directo entre conservación, calidad de vida y sostenibilidad territorial.
Desafíos hacia el futuro
Pese a los avances, las autoridades reconocen desafíos importantes. Entre ellos, garantizar la sostenibilidad financiera del sistema, reducir la dependencia del presupuesto estatal, mejorar las condiciones de vida de las comunidades vinculadas y, además, incrementar la superficie conservada para cumplir compromisos internacionales de protección ambiental.
La apuesta por la innovación científica y tecnológica también se plantea como clave para afrontar retos como el cambio climático, que amenaza ecosistemas costeros, arrecifes coralinos y bosques endémicos.
Cuba, un país pequeño en extensión, concentra sin embargo una diversidad natural desproporcionada a su tamaño, lo que refuerza la urgencia de continuar con programas que fortalezcan la conservación. "Lo único que asegura el futuro de este patrimonio es conservarlo hoy", subrayó Cantillo.
Con un sistema consolidado, comunidades comprometidas y reconocimiento internacional, las áreas protegidas de Cuba se proyectan como un auténtico tesoro natural del Caribe, cuyo resguardo no solo es vital para el país, sino también para la biodiversidad del planeta.