Ecuador

De descarte a innovación: limones que no van a la mesa ahora llegan en forma de cerveza

Productores de limón en Ecuador encontraron una salida creativa y sustentable para el fruto que no califica para consumo en fresco. En alianza con cerveceros artesanales, transforman el descarte en una bebida con valor agregado, reduciendo pérdidas y sumando oportunidades al agro.

Una cerveza con aroma cítrico, historia rural y compromiso ambiental. Así podría definirse el producto que nace de la alianza entre productores de limón ecuatorianos y emprendimientos cerveceros que decidieron transformar lo que antes era desperdicio en una oportunidad con alto valor agregado.

En Ecuador, una gran proporción de los limones cosechados no cumplen con los estándares estéticos o de calibre exigidos por el mercado de consumo en fresco. Manchas, deformidades o diferencias mínimas de tamaño los dejan fuera del circuito comercial tradicional, obligando muchas veces a su descarte o uso limitado como abono orgánico.

Sin embargo, esta lógica comenzó a cambiar. Productores del sector citrícola, en colaboración con microcervecerías locales, desarrollaron una fórmula para elaborar una cerveza artesanal con base de limón fresco descartado, aprovechando su jugo y cáscara para otorgar aroma, acidez y frescura al producto final.

"Transformamos pérdida en oportunidad. Lo que antes no servía para exportar o vender en el mercado interno, ahora es parte de una cerveza cítrica, refrescante y con identidad local," cuenta uno de los técnicos involucrados en el proyecto piloto.

La iniciativa no solo representa un alivio para los productores, que logran rentabilizar una parte importante de la cosecha descartada, sino que también se enmarca en principios de sostenibilidad y economía circular, dos conceptos cada vez más relevantes en la agroindustria moderna.

El proceso de elaboración incluye la selección de limones descartados por motivos estéticos, su lavado, exprimido y uso inmediato en la mezcla cervecera. A partir de allí, el mosto fermenta con levaduras específicas y se estabiliza para obtener un producto con buen cuerpo, acidez balanceada y notas frescas.

Además de generar una nueva fuente de ingresos para el productor citrícola, la cerveza se presenta como un producto diferenciado, orientado al consumidor joven, urbano y comprometido con prácticas responsables. Su envase, diseño y mensaje apuntan a la trazabilidad y al impacto positivo en comunidades rurales.

El modelo también ha despertado el interés de otras cadenas productivas. Se están analizando experiencias similares con maracuyá, mango y piña en distintas zonas del país, como forma de reducir el desperdicio de frutas y diversificar la oferta agroindustrial.

Desde entidades de apoyo al desarrollo rural, como el Ministerio de Agricultura y algunos gobiernos locales, se valoró la propuesta como un caso ejemplar de innovación desde el campo. Se destaca especialmente que la solución partió de una articulación entre actores productivos, técnicos y emprendedores, sin depender exclusivamente de subsidios o programas externos.

"Esta cerveza es más que una bebida: es una muestra de que el agro puede ser creativo, sostenible y rentable si se articula bien," remarcaron desde una asociación de jóvenes agroemprendedores que comercializa el producto en ferias y tiendas gourmet.

Por ahora, la producción es aún limitada, pero ya se comercializa en puntos estratégicos del mercado interno y existe interés desde cadenas hoteleras y restaurantes que buscan incluir productos locales con narrativa ambiental en sus cartas.

El siguiente paso es escalar la producción sin perder la trazabilidad, incorporar certificaciones de sostenibilidad y evaluar la posibilidad de exportar a nichos internacionales, donde la innovación agroalimentaria tiene alta demanda.

Agrolatam.com
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