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Entre el dólar, Trump y la guerra comercial: el agro argentino en medio del nuevo orden global

El alineamiento con Estados Unidos reordena el tablero global del comercio argentino. Mientras el Gobierno busca acuerdos con Trump, el agro enfrenta su propio desafío: exportar en un contexto de altos costos e incertidumbre.

En plena reconfiguración del mapa geopolítico, la alianza entre Javier Milei y Donald Trump marca un viraje histórico en la política exterior argentina. Con un Estados Unidos decidido a recuperar influencia en América Latina y contener el avance de China, la Argentina vuelve a quedar en el centro de la disputa comercial global. Pero mientras en los despachos se habla de acuerdos y alineamientos estratégicos, el campo y los exportadores enfrentan otra realidad: la de los costos logísticos, los impuestos y la falta de previsibilidad que siguen condicionando la competitividad.

El regreso de Trump a la Casa Blanca reinstaló su doctrina del "America First", una estrategia proteccionista que prioriza la industria local norteamericana. Los nuevos aranceles a las importaciones golpean el comercio global y abren un interrogante para la Argentina, especialmente en productos agroindustriales. Sin embargo, el vínculo político entre Milei y el republicano podría derivar en acuerdos bilaterales con beneficios puntuales, según anticipó el equipo económico.

Durante la última semana, Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE.UU., sostuvo conversaciones con el Ministerio de Economía argentino para avanzar en un entendimiento comercial que reduzca aranceles para más de 100 productos, incluyendo carnes, aceites, legumbres y alimentos procesados. En paralelo, Washington dejó trascender su interés por el litio, el cobre y la energía, sectores que podrían funcionar como moneda de cambio en una relación cada vez más pragmática.

Sin embargo, el alineamiento con Estados Unidos también tiene un costo. China continúa siendo el segundo socio comercial de la Argentina, con exportaciones por más de USD 5.100 millones anuales, el 12% del total. En cambio, EE.UU. lidera el stock de inversión extranjera directa, con el 17%, frente al 2% de China. El equilibrio entre ambos gigantes es delicado: mientras Trump endurece su guerra arancelaria, Beijing mantiene su vínculo comercial con Buenos Aires sin grandes cambios, aunque con atención a los movimientos políticos.

El economista Federico Vacarezza lo resume así: "China juega a largo plazo. Entiende que la relación con América Latina no puede depender del humor de un presidente. Estados Unidos, en cambio, maneja su política exterior hacia la Argentina con lógica personalista. Hoy depende más del vínculo entre Trump y Milei que de una estrategia estructural", advirtió en diálogo con Ámbito.

En el terreno concreto, los exportadores agropecuarios siguen lidiando con problemas que poco tienen que ver con Washington o Beijing. Fernando Landa, titular de la Cámara de Exportadores (CERA), señaló que "las exportaciones no evolucionan favorablemente no por el tipo de cambio, sino por la falta de inversión, previsibilidad y competitividad. Ese es el verdadero cuello de botella".

A las dificultades estructurales se suman las recientes inundaciones que afectaron zonas productivas del norte y el litoral, el deterioro de la infraestructura rural, y el alto costo logístico por el mal estado de las rutas. "Transportar una tonelada de soja desde el NOA a Rosario cuesta más caro que enviarla de Rosario a Shanghái", ironizó un empresario cerealero del interior bonaerense.

El régimen impositivo es otro de los puntos más criticados. Pese a los anuncios del Gobierno, los productores aseguran que los reintegros y recuperos de IVA siguen con atrasos de hasta seis meses, lo que asfixia la liquidez en dólares. "Seguimos exportando impuestos", advierten desde las cámaras. El Decreto 726/2025, que suspendió temporalmente las retenciones a las exportaciones industriales y agroindustriales, fue bien recibido, pero aún insuficiente para compensar los costos financieros.

Según datos de la CERA y el INDEC, la Argentina cuenta con 9.200 empresas exportadoras, un número apenas superior al de 2024, mientras que Chile y Perú, con economías más pequeñas, superan las 8.000. La diferencia, explican en el sector, está en la burocracia, los impuestos y la infraestructura: "Tenemos potencial, pero no condiciones", sintetizan.

El sector cárnico, uno de los más observados por Washington, también mantiene la cautela. Miguel Schiariti, presidente de CICCRA, explicó que "todavía no se perciben cambios concretos en la política comercial, pero un eventual acuerdo con Estados Unidos podría abrir oportunidades". De concretarse, el entendimiento incluiría una reducción de aranceles dentro de las excepciones que permite el Mercosur, con especial foco en la exportación de cortes premium al mercado norteamericano.

En este escenario, el "clima de negocios" del agro argentino se define por una paradoja: mientras el Gobierno busca protagonismo global, el productor local sigue esperando caminos transitables, tasas accesibles y menos impuestos. La geopolítica puede abrir puertas, pero para aprovecharlas, advierten, primero hay que bajar los costos internos.

Agrolatam.com
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