Ganadería

Faena bovina en picada: el campo produce más, pero gana menos

La faena bovina cayó y el negocio se enfría. En septiembre se procesaron 1,169 millones de cabezas, con menos exportaciones y márgenes cada vez más ajustados. El campo produce, pero sigue perdiendo terreno.

Los datos del Consorcio ABC correspondientes a septiembre de 2025 confirman lo que los productores vienen sintiendo hace rato: la actividad se estanca y los frigoríficos trabajan a media máquina, mientras los costos, las retenciones y la falta de previsibilidad siguen asfixiando al sector. Según el informe, la faena cayó 3,3% interanual, lo que equivale a unas 40 mil cabezas menos que en septiembre de 2024. En términos mensuales, apenas hubo un repunte de 0,8% frente a agosto, una mejora tan leve que no alcanza ni para compensar el deterioro acumulado.

La producción de carne bovina fue de 271,2 mil toneladas, casi sin cambios respecto de agosto, pero con una baja interanual del 2,9%. Y aunque el acumulado de los primeros nueve meses del año muestre un incremento marginal del 0,6% frente a 2024, nadie en el campo lo vive como una buena noticia. Porque detrás de esos números se esconde una realidad más dura: se faenan animales más livianos, los márgenes se achican y la competitividad se erosiona día a día.

El informe también muestra que la participación de hembras en la faena total fue del 47,3%, apenas por encima del registro del año pasado. Pero el dato que preocupa es otro: se remitieron 84 mil hembras menos a faena en lo que va del año. Eso implica que el stock de vientres sigue cayendo, una señal de alerta sobre la reposición futura. En los corrales, el panorama tampoco mejora. Los feedlots acumulan 1,915 millones de bovinos, un 2% menos que un año atrás, según el SENASA. Menos encierre, menos oferta y, en definitiva, una cadena que empieza a perder volumen y vigor.

A eso se suma el deterioro del rendimiento por animal. El peso promedio de las carcasas fue de 232 kilos, 1% inferior al de agosto y apenas 0,5% superior al de septiembre de 2024. Traducido: se está faenando más liviano, lo que recorta los ingresos de toda la cadena. En un contexto donde los precios internos están planchados y los internacionales presionan a la baja, esa pérdida de kilos es sinónimo de menos rentabilidad.

El golpe también se siente en los frigoríficos. Las empresas del Consorcio ABC faenaron 406,8 mil cabezas, una caída del 4,6% respecto de agosto y del 4,2% interanual. Su participación en la faena total cayó al 34,8%, el nivel más bajo desde 2023. El propio Mario Ravettino, presidente del Consorcio, reconoció que las restricciones sobre los novillos y vacas con destino exportación están afectando la utilización de la capacidad instalada. En criollo: hay plantas que podrían producir más, pero no lo hacen porque no hay materia prima suficiente ni previsibilidad política.

El problema de fondo es estructural. Argentina sigue produciendo carne, pero sin una estrategia clara. Entre enero y septiembre, se acumularon 2,356 millones de toneladas, apenas un 0,6% más que en el mismo período de 2024. La producción de novillos y novillitos creció 1,5%, pero la de vacas cayó 6% y la de toros 5,4%. Incluso la mejora del 5% en vaquillonas no alcanza para revertir la sensación general de que el negocio avanza sin rumbo, atrapado entre la presión fiscal y la incertidumbre cambiaria.

Los productores lo dicen con bronca: el campo hace su parte, pero el Estado no acompaña. Las retenciones, la brecha cambiaria, los cupos a la exportación y las reglas que cambian cada seis meses generan un cóctel que desalienta la inversión y castiga la competitividad. Mientras tanto, Brasil, Uruguay y Paraguay siguen ganando espacio en los mercados internacionales, con políticas previsibles y acuerdos que favorecen a su industria cárnica.

La comparación duele. Brasil exporta más, con costos más bajos y financiamiento accesible. Uruguay sostiene un modelo basado en trazabilidad y valor agregado, mientras en Argentina los productores siguen peleando por cubrir los costos básicos. El país que podría liderar la exportación de carnes premium al mundo termina perdiendo oportunidades por decisiones internas.

A pesar de todo, el sector resiste. Lo hace con eficiencia, con tecnología y con la resiliencia que caracteriza al productor argentino. Pero la paciencia se agota. Cada informe mensual del Consorcio ABC funciona como un espejo incómodo: el campo sigue produciendo, pero la política le suelta la mano. Y así, lo que debería ser un motor de divisas y empleo termina reducido a un mercado interno con precios controlados y márgenes al límite.

En definitiva, la carne argentina pierde músculo. La caída en la faena, la baja de peso en las carcasas y la menor participación exportadora no son hechos aislados, sino los síntomas de un sistema que se desgasta por falta de rumbo. Si no se revierten las políticas que frenan la competitividad, la Argentina corre el riesgo de quedar relegada en un mercado mundial que sigue demandando más alimentos, pero donde los que avanzan son los que planifican.

El campo argentino no pide milagros: pide reglas claras, previsibilidad y respeto por el trabajo. Mientras eso no llegue, cada punto menos en la faena será mucho más que una estadística: será otra señal de un país que produce mucho, pero cada vez gana menos.

Agrolatam.com
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