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"Harina de soja argentina rumbo a China: ¿el inicio de una nueva era para el campo?"

Bunge acaba de despachar un cargamento de 30.000toneladas de harina de soja desde SanLorenzo hacia China, una movida inédita desde la aprobación en 2019. El campo argentino podría abrir un canal de exportación estratégico si este envío cumple con los estándares del gigante asiático.

Bunge concretó el primer embarque de harina de soja argentina con destino a China, un hecho inédito que podría marcar un antes y un después en las exportaciones del complejo agroindustrial nacional. Se trata de 30.000 toneladas cargadas en la Terminal 6 del puerto de San Lorenzo, con arribo previsto a mediados de julio, en lo que se considera una "prueba piloto" para evaluar los estándares exigidos por el gigante asiático.

Desde la autorización oficial en 2019, nunca se había logrado materializar un envío de este tipo, a pesar de que Argentina lidera la exportación mundial de harina de soja, con más de 27 millones de toneladas exportadas en 2024, principalmente a destinos como Vietnam. Este primer paso hacia el mercado chino podría reconfigurar los flujos comerciales del agro argentino y potenciar el valor agregado dentro de la cadena de agronegocios.

El contexto actual ofrece condiciones propicias: por un lado, la necesidad de China de diversificar proveedores tras conflictos comerciales con Estados Unidos; por otro, la competitividad argentina en términos de precio y calidad, según destacó el presidente de CIARA-CEC, Gustavo Idigoras. El envío, gestionado por Bunge, es visto como un test logístico, comercial y sanitario que, de resultar exitoso, abriría las puertas a una fluidez exportadora sostenible.

El impacto no es menor: dinamizaría la logística portuaria, alentaría nuevas inversiones en infraestructura vial y podría provocar una revalorización de la molienda local, dando impulso a las terminales agroindustriales del Gran Rosario. Asimismo, permitiría a las cooperativas y productores integrados acceder a mercados más exigentes, donde la trazabilidad y las buenas prácticas agrícolas (BPA) son factores clave.

En este escenario, la tecnificación del campo argentino también jugaría un rol decisivo. Desde la adopción de herramientas de agricultura de precisión hasta sistemas de rotación de cultivos y siembra directa, la integración de tecnología y sustentabilidad será indispensable para consolidar la posición argentina en mercados premium.

La reacción de los mercados internacionales podría traducirse en ajustes en los precios de los granos, e incluso reflejarse en el mercado de futuros de la Bolsa de Comercio de Rosario, con derivaciones que impactarían la rentabilidad del productor.

El Gobierno, por su parte, observa con atención este paso estratégico, que pone en evidencia la necesidad de políticas activas que acompañen la apertura de nuevos mercados: desde el crédito agropecuario, hasta incentivos fiscales y una Ley de Semillas que promueva la innovación sin trabas burocráticas.

Este hecho no sólo representa un hito logístico o comercial, sino una oportunidad estructural para el campo argentino. La posibilidad de establecer un canal constante hacia el principal demandante mundial de proteína vegetal plantea un nuevo horizonte para la sustentabilidad del modelo agroexportador nacional.

Agrolatam.com
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