República Dominicana

Huracanes en el Atlántico: riesgos para cultivos y exportaciones

El Caribe y Centroamérica se preparan ante nuevas formaciones ciclónicas en el Atlántico, en un contexto donde la agricultura y la logística de exportaciones podrían verse afectadas.

La temporada de huracanes 2025 avanza hacia su pico con tres sistemas bajo estrecha vigilancia en el océano Atlántico. Uno de ellos, ubicado cerca de las Antillas Menores, tiene un 70 % de probabilidad de convertirse en depresión tropical en los próximos siete días. Los otros dos mantienen chances de entre 30 y 40 %, según informó el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (CNH).

El primero de estos sistemas se encuentra a unos cientos de kilómetros al este de las Antillas Menores. De acuerdo con los especialistas, las condiciones ambientales parecen propicias para que se desarrolle en los próximos días, lo que podría llevarlo a convertirse en tormenta tropical mientras se mueve cerca o al norte del arco antillano. El segundo sistema se localiza en el Atlántico tropical oriental, al oeste-suroeste de Cabo Verde, con posibilidad media de fortalecerse, aunque los pronósticos advierten que las condiciones se volverán menos favorables a medida que avance. El tercero, ubicado en el Atlántico central, muestra una menor probabilidad de evolución, aunque sigue siendo monitoreado.

Estos reportes se dan en pleno corazón de la temporada ciclónica, que oficialmente se extiende del 1 de junio al 30 de noviembre, y cuyo máximo histórico se registra hacia el 10 de septiembre. Para los países caribeños y de Centroamérica, esta etapa no solo implica riesgos humanos e infraestructurales, sino también un fuerte desafío para la agricultura y la seguridad alimentaria.

Agricultura expuesta: banano, café y caña, en la primera línea de riesgo

Los sistemas tropicales que se forman en esta época suelen tener impactos directos sobre la producción agrícola del Caribe y Centroamérica. En República Dominicana, Puerto Rico y Cuba, los cultivos de banano y plátano son particularmente vulnerables, ya que los vientos y las lluvias intensas pueden arrasar plantaciones enteras. En 2017, tras el paso del huracán María, Puerto Rico perdió más del 80 % de su producción bananera, un antecedente que los agricultores aún recuerdan con preocupación.

El café es otro de los sectores sensibles. Las zonas altas de República Dominicana y Puerto Rico, así como regiones cafetaleras de Centroamérica, suelen enfrentar daños por exceso de lluvias, desprendimiento de frutos y deslizamientos de tierras en áreas montañosas. En países como Honduras o Guatemala, donde el café es clave para las exportaciones, la vigilancia de estos sistemas meteorológicos resulta prioritaria.

En cuanto a la caña de azúcar, cultivos ubicados en zonas bajas pueden verse afectados por anegamientos prolongados, lo que compromete no solo el rendimiento, sino también la calidad del producto para la industria azucarera. Algo similar ocurre con el arroz y las hortalizas, cuya producción queda expuesta a la saturación de suelos y enfermedades asociadas a la humedad.

Más allá del Caribe, el impacto de los huracanes suele sentirse en mercados agrícolas de Brasil y Estados Unidos. Los eventos extremos alteran las rutas de exportación, encarecen los seguros marítimos y generan incertidumbre en las cadenas de suministro, especialmente para frutas, azúcar y café.

La relación entre clima y agro es cada vez más estrecha, y los fenómenos tropicales se suman a otros desafíos como sequías y olas de calor. En este escenario, los gobiernos y productores de la región trabajan en planes de mitigación, que incluyen desde infraestructuras de drenaje y barreras naturales hasta programas de seguros agrícolas que cubran pérdidas por fenómenos extremos.

Una temporada de alta vigilancia

Agosto, septiembre y octubre concentran la mayoría de los ciclones tropicales del Atlántico, y 2025 no parece ser la excepción. La combinación de aguas oceánicas cálidas -con temperaturas que superan los 26 °C- y condiciones atmosféricas propicias favorecen el desarrollo de tormentas más intensas y frecuentes.

El CNH recuerda que el huracán Erin, que ya no afecta a República Dominicana, alcanzó vientos máximos de 165 km/h y mostró cómo un sistema puede evolucionar rápidamente en pocos días. Con tres nuevos candidatos en el radar, la alerta vuelve a estar sobre la mesa para comunidades costeras y sectores productivos de la región.

Para la agricultura del Caribe y Centroamérica, el desafío es doble: proteger las plantaciones y sostener el flujo comercial hacia mercados internacionales. La experiencia muestra que las tormentas no solo dañan cultivos, sino que también interrumpen la logística portuaria y el transporte interno, elevando costos y reduciendo competitividad.

Con ese panorama, las organizaciones agrícolas insisten en que la resiliencia del agro regional dependerá de reforzar la preparación frente a estos eventos. El monitoreo temprano, la diversificación de cultivos y la incorporación de tecnologías adaptadas al cambio climático aparecen como claves para enfrentar una temporada que apenas comienza su etapa más intensa.

Agrolatam.com
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