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Inflación de alimentos: suben azúcares, panificados y aceites, mientras el agro siente la presión de los costos

Los precios de los alimentos volvieron a acelerarse en septiembre y las primeras semanas de octubre. Azúcar, panificados y aceites lideraron las subas, en un contexto de volatilidad cambiaria y consumo estancado que impacta en toda la cadena agroalimentaria.

Durante las últimas cuatro semanas, los precios de los alimentos y bebidas registraron un incremento promedio del 1,4%, según el relevamiento de la consultora LCG. Aunque la primera semana de octubre mostró una leve baja del 0,4% en varios rubros, el movimiento general de precios confirma una aceleración inflacionaria en el sector, con especial incidencia en los productos básicos del agro y la industria alimentaria.

La dinámica se explica por un combo de factores conocidos: la devaluación del peso, el ajuste de listas de precios al inicio del mes y un consumo interno debilitado, que limita los márgenes de absorción de costos. En ese marco, supermercadistas y empresas del rubro reclaman "previsibilidad cambiaria" y piden frenar los aumentos injustificados que se amparan en la volatilidad del dólar.

Frutas, azúcar y aceites encabezaron los aumentos, mientras verduras y lácteos mostraron retrocesos.

Si se compara con la última semana de septiembre, el repunte se hace evidente. En ese período, el índice de alimentos había marcado un alza del 1% mensual, pero las dos semanas finales del mes mostraron incrementos de 1,6% y 0,9%, empujando hacia arriba el promedio actual. Esa tendencia se mantiene firme en los primeros días de octubre, con rubros clave de la canasta básica que presionan sobre el índice general.

Entre las categorías con mayores aumentos se destacan los azúcares, miel, dulces y cacao (+3,6%), seguidos por panificados, cereales y pastas (+3,2%), y aceites (+3,7% en el último mes). También subieron los condimentos y productos alimenticios (+2,9%), mientras que las comidas listas apenas avanzaron 0,3%. Estas categorías concentran buena parte del gasto familiar y reflejan el impacto directo de los costos agroindustriales, desde la producción de granos hasta la logística y el envasado.

En el otro extremo, algunos alimentos registraron bajas puntuales. Los aceites y bebidas para el hogar cayeron 2,3%, las frutas -2,2%, las verduras -1,7%, los lácteos y huevos -1,3%, y las carnes -0,7%. Sin embargo, la tendencia mensual sigue siendo positiva en la mayoría de los rubros, especialmente en aquellos con fuerte dependencia de insumos importados o vinculados a commodities agrícolas.

El panorama mensual amplía la diferencia. En el acumulado de las últimas cuatro semanas, las frutas lideran con una suba del 5,6%, seguidas de azúcar y dulces (+3,8%), aceites (+3,7%), panificación (+2,6%) y bebidas e infusiones (+2,4%). En cambio, los lácteos y huevos (+1,6%), las comidas listas (+1,8%) y los condimentos (+1,6%) se movieron por debajo del promedio general, mientras que las verduras fueron el único rubro con baja mensual (-2,6%).

Los analistas advierten que el comportamiento de los precios refleja una presión sostenida sobre la cadena agroalimentaria, que enfrenta aumentos en energía, transporte y envases, además de la incertidumbre cambiaria. "La inflación de alimentos está mostrando un piso alto y una resistencia a la baja, incluso cuando la demanda no repunta", explican desde LCG.

El dato no pasa inadvertido para el sector agroindustrial, que ve cómo los aumentos en los insumos básicos impactan en los costos de producción, especialmente en las economías regionales vinculadas al azúcar, las frutas y los cereales. En paralelo, la estabilidad del dólar oficial y la brecha cambiaria generan distorsiones en la formación de precios, con empresas que ajustan de manera preventiva ante posibles movimientos del tipo de cambio.

El desafío, coinciden los economistas, será contener los aumentos sin frenar la actividad, en un contexto donde el poder adquisitivo de los hogares sigue resentido y la inflación núcleo no cede. El comportamiento de los alimentos es clave no solo para la canasta básica, sino también como termómetro de la cadena agroalimentaria, que hoy combina capacidad productiva con una creciente incertidumbre macroeconómica.

Agrolatam.com
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