Inflación Latinoamericana: Expectativas y desafíos para agosto en las principales economías
La inflación sigue desacelerándose en América Latina, pero con señales de fatiga. Agosto llega con nuevas cifras clave en Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú, mientras persisten riesgos internos y externos.
Durante el primer semestre de 2025, la inflación en América Latina mantuvo una tendencia descendente, aunque a un ritmo cada vez más moderado. Según el último Estudio Económico de América Latina y el Caribe de la Cepal, la mediana regional se ubicó en 3,9% en junio, sin variaciones respecto de diciembre de 2024. Esta estabilización evidencia que, aunque varios países han logrado avances, el camino hacia la meta común del 3% que persiguen los bancos centrales aún presenta importantes desafíos estructurales y coyunturales.
La desaceleración inicial fue más marcada cuando los niveles de inflación eran altos, pero a medida que los indicadores se acercan a los valores considerados como estabilidad de precios, las economías enfrentan mayores dificultades para reducirla aún más. Entre los factores que impiden un ajuste más veloz, la Cepal destaca los ajustes en precios regulados -como transporte y energía-, la persistencia de mecanismos de indexación salarial y de precios, los efectos de la depreciación cambiaria y los choques de oferta vinculados a eventos climáticos extremos.
Pese a este contexto desafiante, entre diciembre de 2024 y junio de 2025, 16 países de la región lograron reducir su tasa de inflación, principalmente gracias a la caída en los precios de los alimentos. Casos como Argentina, Cuba y Suriname registraron descensos de hasta 4 puntos porcentuales, aunque sus economías aún enfrentan procesos de inflación crónica. Por el contrario, Bolivia mostró un incremento de más de 14 puntos porcentuales, mientras que en países como Brasil, Ecuador, Honduras y Trinidad y Tobago, los aumentos superaron el 0,5%.
En este contexto, la mirada de los analistas está puesta en los datos de agosto, que serán claves para entender el rumbo inflacionario de cara al cierre del año. En Brasil, la mayor economía regional, el índice IPCA-15 mostró una variación mensual negativa de -0,14%, impulsada por la baja en los precios de la energía y los alimentos. Las proyecciones para 2025, según la encuesta Focus, se sitúan en torno al 4,85%, aún por encima del techo del objetivo (4,5%), mientras que para 2026 se anticipa una leve baja al 4,31%.
En México, los especialistas consultados por Banxico estiman una inflación anual de 3,95% en agosto, una cifra que si bien es levemente superior al mes anterior (3,51%), se mantiene cerca del rango meta. Para el cierre de 2025, la estimación general se mantiene en 4%, con una inflación subyacente de 4,10%.
En el caso de Argentina, se prevé una leve aceleración inflacionaria en agosto, con estimaciones que oscilan entre 1,7% y 2,1% mensual. La inflación interanual se ubicaría en torno al 32,2%, con una inflación núcleo del 30,2%. A pesar de la desaceleración en alimentos, el resto de los rubros continúa presionando los precios.
Chile sorprendió en julio con una inflación mensual de 0,9% y una anual de 4,3%, por encima de todas las proyecciones. Para agosto, las expectativas indican una moderación hacia el 0,20%, y un cierre de año en 4%, antes de converger al 3% en 2026.
En Colombia, los analistas anticipan una inflación mensual de 0,32%, lo que elevaría la tasa interanual a 5,23%, frente al 4,9% observado en julio. La inflación de alimentos se habría incrementado del 4,9% al 5,5%, reflejando un aumento sostenido de precios regulados y choques de oferta.
Por su parte, Perú se mantiene cerca del centro del objetivo del Banco Central (2%), con una proyección de inflación anual de 1,71% en agosto. No obstante, los shocks de oferta en alimentos y bebidas podrían presionar al alza. Citi mantiene su estimación de cierre en 2,4%, esperando un nuevo recorte en la tasa de referencia hacia octubre.
Mirando hacia adelante, la Cepal enfatiza que la evolución de la inflación dependerá de la capacidad de los países para gestionar sus márgenes de política macroeconómica, en un entorno internacional marcado por la volatilidad financiera, la incertidumbre sobre los precios internacionales de alimentos y energía, y los impactos de la variabilidad climática.
El control inflacionario requerirá no solo disciplina monetaria, sino también coordinación fiscal, mejoras en infraestructura, reformas en mercados regulados y una estrategia regional para fortalecer la resiliencia frente a shocks externos. En este escenario, el rol de los organismos multilaterales y la cooperación regional serán claves para asegurar la estabilidad de precios sin comprometer el crecimiento ni la seguridad alimentaria de millones de personas en América Latina.