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Lechería en Misiones: cómo el uso de pasturas adaptadas mejora la producción y reduce costos

En la lechería misionera, marcada por sistemas familiares y clima subtropical, el INTA promueve el uso de pasturas adaptadas para fortalecer la producción y reducir la dependencia de insumos externos.

La producción lechera en Misiones tiene características muy distintas a las de la zona núcleo del país. En lugar de grandes tambos mecanizados, predominan los sistemas de pequeña escala, con rodeos que oscilan entre 10 y 50 vacas en ordeñe y una fuerte dependencia de los recursos forrajeros locales. Estos sistemas familiares enfrentan un desafío central: sostener la producción de leche a lo largo del año en un clima subtropical, con abundancia de forraje en verano y marcado déficit en invierno.

En este contexto, la mirada de los técnicos apunta a una premisa clara: el manejo forrajero es la llave de la estabilidad productiva. Así lo resume Eliseo Cornelius, extensionista del INTA Misiones: "El diseño, planificación y aprovechamiento eficiente de las pasturas son determinantes para lograr una producción estable de leche a lo largo del año". Con esta idea como guía, un equipo de investigación del INTA Santa Rita viene trabajando en la evaluación de variedades adaptadas al clima y al suelo de la región, buscando aportar soluciones concretas para los productores.

Las condiciones climáticas del nordeste argentino obligan a planificar con anticipación. Mientras en verano la producción de pasto suele superar las necesidades del rodeo, en invierno el escenario se invierte y aparece el déficit. Para sortear esta estacionalidad, los investigadores recomiendan recurrir a estrategias de conservación como la henificación, el ensilado o la instalación de bancos de forraje, que permiten equilibrar la oferta y mantener la alimentación estable durante todo el año. Se trata de prácticas conocidas, pero que adquieren una relevancia mayor en regiones donde la producción depende directamente de lo que ofrece el campo.

Respecto a las especies más adecuadas para la zona, Cornelius explica que la clave está en elegir variedades que soporten bien las condiciones locales. Entre ellas menciona a Brachiaria spp., Tifton 85, BRS Kurumi, BRS Capiaçu, Tangola y Pasto estrella, todas con capacidad de sostener la producción forrajera en ambientes de alta humedad y temperaturas elevadas. Según el extensionista, la incorporación de estas pasturas permite extender la disponibilidad de forraje, reducir la dependencia de suplementos comerciales y, en consecuencia, bajar costos para los productores.

El manejo no se limita a la elección de especies. La forma en que se pastorea también resulta decisiva. En este punto, Paola Sanz, investigadora del INTA, destaca la importancia del pastoreo rotativo, el ajuste de la carga animal y la suplementación estratégica. Estas prácticas, señala, permiten equilibrar la oferta y la demanda de forraje, mejorar la eficiencia en la utilización de los recursos y evitar los desequilibrios que suelen afectar a los tambos de menor escala. "No alcanza con tener la pastura adecuada, hay que diseñar un plan que contemple el ciclo productivo, el clima local y la capacidad de cada predio", advierte la investigadora.

El INTA cumple un rol estratégico en este proceso. No solo impulsa investigaciones aplicadas y valida tecnologías adaptadas, sino que también trabaja en articulación con cooperativas, asociaciones y gobiernos locales, con el objetivo de fortalecer el desarrollo territorial y dar respaldo técnico a los pequeños productores. En esa línea, Sanz subraya que el acompañamiento cercano resulta indispensable: "Además de la investigación, brindamos asistencia directa en el campo, porque sabemos que cada productor necesita soluciones adaptadas a su realidad. La transferencia tecnológica solo es efectiva si se adapta al territorio".

La lechería misionera, lejos de competir en volumen con las grandes cuencas lácteas argentinas, tiene como diferencial su capacidad de resiliencia. La apuesta por pasturas adaptadas al clima subtropical y un manejo más planificado no solo busca sostener la producción de leche, sino también mejorar los ingresos de familias que dependen directamente de esta actividad. En tiempos en que la volatilidad de los costos de los insumos golpea con fuerza a los pequeños productores, reducir la dependencia de suplementos comerciales aparece como una estrategia clave para asegurar la sustentabilidad económica y social del sector.

Con estas líneas de trabajo, el INTA y los productores buscan que la lechería misionera pueda consolidar un modelo más estable y competitivo, apoyado en la diversificación forrajera, el uso eficiente de los recursos y la organización colectiva. No se trata solo de producir más leche, sino de hacerlo de manera más inteligente, con prácticas que respeten el ambiente y se adapten a las condiciones reales del territorio. La experiencia de Misiones muestra que, incluso en contextos de pequeña escala, es posible trazar un camino hacia una producción más eficiente y sustentable.

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