Se desploma la liquidación de divisas: el agro frena ventas y octubre cerraría con apenas US$500 millones
La incertidumbre electoral y la expectativa de una devaluación paralizaron el mercado de granos. Los exportadores están cubiertos y los productores prefieren retener.
Después del récord de US$7.107 millones liquidados en septiembre, impulsado por la suspensión temporal de las retenciones, la liquidación de divisas del complejo agroexportador se derrumbó en octubre. Según los principales analistas del mercado, el mes podría cerrar con apenas US$500 millones, una caída que refleja la parálisis comercial ante la incertidumbre política y cambiaria.
"Se han anotado muy pocas Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE). Al 20 de octubre llevamos 880.000 toneladas, que no es nada. Entre soja, maíz y trigo suman, siendo generosos, unos US$250 millones", explicó el analista Javier Preciado Patiño. "Con toda la furia, el mes cerraría en 500 millones, una cifra muy baja", agregó.
Soja lista para cosechar en plena campaña. El mercado se mantiene en pausa ante la incertidumbre electoral y las expectativas de devaluación.
En el mercado de soja, la actividad está prácticamente detenida. "Los volúmenes operados se mantienen entre 60.000 y 80.000 toneladas diarias, con precios en torno a US$327-328 por tonelada. Nadie quiere vender y la exportación está cómoda con sus stocks", señaló Preciado Patiño.
La expectativa de una devaluación posterior a las elecciones lleva a los productores a retener granos como cobertura, mientras los exportadores evitan adelantar operaciones que podrían encarecerse.
"Todo el mercado está esperando qué pasa el lunes. Hay una sensación instalada de que el dólar tiene que estar bastante por encima del actual. Esa idea de los $1800 está dando vueltas entre todos los jugadores", resumió el analista.
Para Gustavo López, de Agritrend, la caída de las DJVE responde tanto a la cautela de los productores como a una estrategia financiera de los exportadores.
"Ya declararon todo lo que tenían que declarar. Están cubiertos y, en muchos casos, tienen ventas hasta fin de año o incluso para 2026. No necesitan hacer más nada. Además, si declaran y no embarcan enseguida, tienen que pagar las retenciones ahora, y eso no les conviene. Prefieren esperar", explicó.
En trigo y maíz, la situación es similar: "Desde las fuertes declaraciones del 24 de septiembre prácticamente no hubo nada. En maíz se declararon unas 300.000 toneladas y en soja casi nada. En aceite de soja, 200.000 toneladas y en harina, 100.000. Es muy poco, demasiado poco", detalló López.
Los productores retienen granos de soja a la espera de definiciones políticas y del rumbo del dólar tras las elecciones.
Para Nicolás Udaquiola, director de AZ-Group, el parate "era esperable". "El ritmo de DJVE cayó sustancialmente tras la baja de derechos de exportación. Era lógico que pasara esto, como ya ocurrió en instancias anteriores", señaló.
Según explicó, la industria y la exportación están enfocadas en comprar lo que ya habían declarado cuando las retenciones se redujeron a cero. "Quedan por originar unas 2 millones de toneladas de soja, y eso mantiene ocupadas a las empresas", indicó.
En la previa de la nueva campaña 2025/26, el avance comercial de soja ronda el 4% de la producción esperada, un nivel bajo pese a los buenos precios vistos semanas atrás. "Esto sugiere que el ritmo de ventas será muy lento", advirtió Udaquiola.
"Será clave tomar coberturas flexibles. Estos cambios de reglas de juego con las retenciones se repiten con frecuencia y generan incertidumbre", añadió.
Los granos de soja, eje de las exportaciones argentinas, hoy marcan el pulso de un mercado paralizado por la incertidumbre electoral.
La caída en la liquidación de divisas refleja un freno en la rueda agroindustrial, que en septiembre había aportado divisas clave para el equilibrio fiscal y la estabilidad cambiaria. Con los exportadores en modo espera y los productores replegados, el flujo de dólares del campo volvió a achicarse drásticamente.
La combinación de campaña electoral, precios a la baja y expectativas de ajuste del tipo de cambio dejó en evidencia una realidad que el sector conoce bien: sin previsibilidad macroeconómica, el productor argentino elige esperar antes que vender.
El agro vuelve así a ser termómetro de la economía: cuando el horizonte político se nubla, las ventas se frenan y las reservas del país sienten el impacto.