Cuarto fin de semana de lluvias extremas agrava la crisis en el oeste bonaerense y pone en jaque al agro
El cuarto fin de semana de lluvias intensas agrava la crisis en el oeste bonaerense, con campos anegados en 9 de Julio, Carlos Casares y Azul, justo cuando el agro proyecta récord de exportaciones.
Alerta, cuarto fin de semana consecutivo de precipitaciones intensas se superpone con un momento clave para el agro argentino. Se esperan acumulados de 20 a 40 mm en varias provincias y puntualmente hasta 60-130 mm en el oeste bonaerense, donde distritos como 9 de Julio, Carlos Casares, Azul, Bolívar, Pehuajó y 25 de Mayo ya sufren inundaciones crónicas.
Este panorama climático pone en riesgo tanto la producción como las expectativas exportadoras. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimaba que la alta demanda china, en el marco de la guerra comercial con Estados Unidos, podía catapultar los embarques de soja hacia un récord: solo en octubre podrían exportarse hasta 2 millones de toneladas. Pero esa proyección choca con una realidad territorial saturada de agua.
En los distritos afectados, los reclamos y protestas ganan fuerza. En Carlos Casares, productores y vecinos realizaron una movilización frente a la municipalidad para exigir soluciones concretas e inmediatas. "Tenemos el agua hasta el cuello", advirtieron, y denunciaron zonas aisladas donde ni siquiera se puede salir en tractor. En 9 de Julio, los reclamos ya se habían materializado en quemas de cubiertas frente al municipio, y los productores advierten que gran parte de sus campos están bajo agua o anegados.
Los relevamientos de CARBAP consignan que más de 700.000 hectáreas permanecen inundadas en el centro oeste bonaerense, concentrándose cerca de la mitad en 9 de Julio, Carlos Casares y Bolívar. De hecho, en 9 de Julio se estiman 118.000 hectáreas afectadas y en Carlos Casares unas 100.000 hectáreas bajo agua o en malas condiciones de suelo. En este contexto, la provincia ya prorrogó el estado de emergencia agropecuaria en los partidos de Bolívar, 9 de Julio, Carlos Casares y Tapalqué hasta febrero de 2026.
La lógica de "llover sobre mojado" resume el drama: la entrada de un nuevo frente frío y la formación de un centro de bajas presiones traerán lluvias focalizadas con tormentas fuertes, con riesgos de acumulados superiores a 60-130 mm en 48 horas sobre zonas inundables. Esa cantidad de agua puede empeorar pérdidas, aislar aún más campos y poner trabas logísticas que imposibiliten los embarques proyectados.
La dicotomía entre expectativas externas y limitaciones domésticas resulta particularmente aguda: afuera, el mercado mundial empuja por más soja; adentro, el suelo saturado y los caminos intransitables frenan las operaciones. Los productores afirman que muchas hectáreas ya no pueden volverse productivas, no por falta de demanda, sino por falta de piso para maquinaria y acceso.
En este escenario, exigir políticas hidráulicas urgentes, limpieza y mantenimiento de canales, obras estructurales para la cuenca del Salado y acción rápida de Defensa Civil no es un planteo político: es la diferencia entre salvar la campaña o perderla. Porque cuando la lluvia no encuentra drenaje, la tierra se cierra, la maquinaria no entra, los caminos colapsan, y lo que afuera es oportunidad se vuelve pesadilla local.