Maní en Córdoba: el modelo que duplicó los rindes y revoluciona la articulación público-privada
En apenas un cuarto de siglo, los rindes del maní en Córdoba pasaron de 2.000 a más de 4.000 kilos por hectárea. Este salto productivo tiene nombre y apellido: articulación estratégica entre el INTA y empresas como AGD. Innovación, transferencia tecnológica y una alianza que sirve de modelo para todo el agro argentino.
En el mundo agropecuario, pocas historias reflejan con tanta claridad el poder de la articulación público-privada como la del maní en Córdoba. En los últimos 25 años, los rindes del cultivo se duplicaron, pasando de 2.000 a más de 4.000 kilos por hectárea. El protagonista central de esta transformación es el modelo de innovación territorial del INTA, que junto a actores del sector privado como AGD, logró trasladar conocimiento desde los laboratorios al lote.
El INTA impulsa una estrategia de redes con enfoque colaborativo, orientada a responder a demandas concretas del campo. "Trabajamos con un modelo interactivo de innovación que nos permite vincularnos con empresas chicas, medianas y grandes", explicó Juan Cruz Molina Hafford, director del Centro Regional Córdoba del INTA. En este modelo, la institución se transforma en una "empresa del conocimiento" que emprende junto a otros.
La relación entre AGD y la Agencia de Extensión Rural INTA General Cabrera nació a fines de los '80, en un contexto crítico para el cultivo, asediado por enfermedades del suelo como Sclerotium rolfsii, Sclerotinia spp. y Fusarium spp.. A partir de un enfoque integrado, se implementaron rotaciones largas y labranza mínima, desarrollando tecnologías de procesos de costo cero que luego se consolidaron.
Gracias a convenios de vinculación tecnológica, AGD se sumó al desarrollo de nuevas variedades de maní. En el INTA Manfredi se estableció un lote demostrativo de 40 hectáreas, donde se desarrollan cruzamientos, multiplicaciones y evaluaciones técnicas. "Ya llevamos cuatro años de trabajo con resultados muy interesantes", destacó Carlos Alberto Marescalchi, gerente de Producción Agropecuaria de AGD.
La colaboración también abarcó la mecanización: se rediseñaron los sistemas de siembra, arrancado y trilla para optimizar la cosecha del maní, que tiene frutos subterráneos.
Uno de los avances más destacados fue el ajuste del sistema de arrancado profesional, evaluando la madurez de las cajas para extender el ciclo productivo de 150 a 180 días. Con buen control sanitario, manejo de malezas y siembra adecuada, se lograron rindes de hasta 8.000 kilos por hectárea.
El maní no solo representa un cultivo de alta tecnología, sino también un engranaje clave en la economía regional cordobesa, generando empleo e impulsando exportaciones. Este modelo de articulación, que combina investigación, tecnología, buenas prácticas agrícolas y sinergia entre actores, es hoy un ejemplo a seguir para el resto de la cadena agroindustrial argentina.