El cierre de la semana en el mercado de Chicago volvió a mostrar la fragilidad de los precios internacionales. El trigo finalizó estable, en torno a los USD 192/t, un valor que coquetea con los mínimos de los últimos cinco años. La abundante oferta mundial, junto con las buenas perspectivas de cosecha en Argentina y Australia, refuerza un escenario de sobreabastecimiento que mantiene a los precios bajo presión.

En el caso del maíz, las cotizaciones retrocedieron un 1,5%, hasta ubicarse en USD 167/t. Luego de la baja de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos, los fondos aprovecharon para ajustar carteras y reducir posiciones cortas, lo que inicialmente dio impulso al cereal. Sin embargo, el buen ritmo de las ventas externas norteamericanas no alcanzó para sostener el precio en niveles más altos.

La soja fue la más golpeada de la semana, con una caída del 2% que la dejó en USD 377/t. El mercado sigue pendiente del futuro de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, donde no hubo novedades tras la comunicación entre Donald Trump y Xi Jinping. Cada día que pasa sin un acuerdo implica menos toneladas de poroto estadounidense hacia su principal comprador, lo que presiona a la baja a la oleaginosa.

En la plaza doméstica, los contratos del MATba-Rofex mostraron una tendencia similar a Chicago, con bajas generalizadas en soja y maíz, y un trigo que se mueve en una meseta.

Fuente: Informe Diario de Granos - MAGyP

El mercado argentino de futuros refleja las mismas tensiones que en el plano internacional: soja y maíz con caídas marcadas y un trigo con variaciones mínimas que no logran entusiasmar a los productores.

Otro dato clave del informe es el comportamiento de los subproductos de la soja, un rubro fundamental para la balanza comercial argentina.

En Rosario Norte, el aceite promedió USD 439,8/t, mientras que la harina se negoció en torno a USD 265/t, ambos con volúmenes significativos. La tendencia negativa en Chicago también impactó aquí, reflejando la presión que sufren las industrias de crushing que dependen de la demanda externa para sostener márgenes.

Este dato no es menor: la Argentina es el principal exportador mundial de harina de soja y el segundo de aceite, por lo que cualquier baja de precios repercute de manera directa en la liquidación de divisas y en la caja fiscal.

El informe oficial también muestra la evolución de las monedas respecto al dólar.

La persistencia de una brecha cambiaria en la Argentina condiciona la competitividad del agro. Mientras los países vecinos liquidan a un tipo de cambio más cercano al real de mercado, los exportadores argentinos enfrentan el dilema de un dólar oficial rezagado que limita la rentabilidad.

La situación actual deja varias enseñanzas para el sector agroindustrial argentino. Por un lado, la estabilidad relativa del trigo le da margen al país para sostener su rol como proveedor confiable en la región. Sin embargo, las bajas de la soja y el maíz son una advertencia sobre la vulnerabilidad de los ingresos externos.

Los productores locales deben lidiar no solo con la volatilidad internacional, sino también con retenciones altas, costos logísticos crecientes y un sistema financiero que no siempre acompaña con crédito accesible. En ese sentido, el desafío no es solo producir más, sino agregar valor, avanzar en la trazabilidad y responder a las demandas de sustentabilidad que imponen los mercados premium.

El mercado de granos 2025 confirma que los precios internacionales atraviesan una etapa de debilidad. Para la Argentina, que depende fuertemente de estas exportaciones para sostener su economía, el desafío es mayor: debe navegar un contexto global incierto al mismo tiempo que resuelve sus problemas internos de competitividad.

La gran pregunta es si el país podrá aprovechar las oportunidades que ofrece el tablero internacional o si quedará atrapado en una meseta productiva mientras sus vecinos avanzan con mayor previsibilidad.