México busca reducir importaciones y apostar por pesca sostenible
El país importa hasta el 80% del pescado que consume. Expertos llaman a diversificar la dieta y fortalecer la producción nacional para avanzar hacia la economía azul.
El consumo de pescados y mariscos en México revela una paradoja: aunque el país se ubica como cuarto exportador mundial de productos pesqueros, los mexicanos apenas consumen entre 12 y 13 kilos por persona al año, frente a los 20 kilos de promedio global. Más aún, cerca del 80% de lo que llega a la mesa es importado, muchas veces de baja calidad, con exceso de glaseo y limitado valor nutricional.
Diversificar la mesa, cuidar el mar
Citlali Gómez Lepe, presidenta del Consejo Mexicano de Promoción de los Productos Pesqueros y Acuícolas (Comepesca), impulsa un cambio cultural en los hábitos de consumo. El objetivo es que los mexicanos conozcan y aprovechen la enorme biodiversidad marina nacional, más allá de las especies tradicionales como camarón, salmón, mero, huachinango o róbalo.
"Estamos acostumbrados a pedir siempre lo mismo, y eso ha llevado a la sobreexplotación de ciertas especies. México tiene decenas de opciones sustentables y nutritivas que no se conocen ni se consumen lo suficiente", explicó Gómez Lepe.
El reto es incentivar la demanda de productos nacionales certificados como sostenibles, lo que permitiría a los pescadores obtener un mayor valor por sus capturas y, al mismo tiempo, recuperar los stocks de poblaciones marinas.
Avances y desafíos de la pesca responsable
En 2017 solo siete especies mexicanas contaban con certificaciones internacionales. Hoy son más de 70 las pesquerías y cultivos con aval de sostenibilidad, lo que refleja el esfuerzo de cooperativas, productores y comunidades costeras en adoptar buenas prácticas.
Casos como el del verdillo en Baja California muestran que la pesca responsable puede revertir tendencias negativas. Cooperativas locales ya reportan signos de recuperación en esta especie del Pacífico.
Sin embargo, México sigue lejos de consolidar una economía azul, aquella que busca aprovechar los recursos marinos de manera sostenible, generar empleo y preservar la salud de los océanos.
Regulación, innovación y futuro
Entre los pendientes está regular el glaseado excesivo que afecta a los consumidores, así como combatir la pesca ilegal y mejorar la trazabilidad de los productos. También se plantea invertir en innovación: desde el desarrollo de la acuicultura rural hasta proyectos con algas y bivalvos, que además de ser fuente de alimento contribuyen a la captura de carbono.
"Necesitamos verlo como una oportunidad de desarrollo. Si logramos diversificar el consumo y apoyar a los pescadores artesanales con tecnología y reglas claras, ganamos todos", concluyó Gómez Lepe, quien recientemente se incorporó a la junta directiva de la Global Seafood Alliance, una de las plataformas internacionales más influyentes en el sector.