Perú toma la delantera en exportación mundial de uvas de mesa
El país superó a Chile y se consolida como principal proveedor global, mientras China emerge como nuevo competidor con fuerte impulso exportador.
El comercio internacional de uvas de mesa está atravesando una reconfiguración histórica. Según un reciente informe de RaboResearch, Perú desplazó a Chile y se convirtió en el primer exportador mundial de este producto en la campaña 2024/25, con volúmenes que marcaron un récord dentro de un mercado global que alcanzó los 4,6 millones de toneladas métricas. Al mismo tiempo, China avanza en su doble rol de productor y exportador, perfilándose como un jugador que podría alterar de manera significativa los flujos comerciales hacia finales de la década.
El liderazgo peruano no es casualidad. La diversificación varietal, la mejora en logística y la capacidad de producción extendida a lo largo del año han permitido que el país se posicione como referente, especialmente en destinos exigentes como Estados Unidos, la Unión Europea y, cada vez más, el sudeste asiático. Sin embargo, el escenario global está lejos de estabilizarse: el ascenso de China con más de 100 millones de cajas exportadas proyectadas comienza a generar un nuevo equilibrio competitivo, sobre todo porque el gigante asiático ha reducido su necesidad de importaciones y concentra su expansión en mercados vecinos.
Un mercado en movimiento: EE.UU., Europa y Asia
En Norteamérica, las exportaciones de uva de mesa de Estados Unidos muestran signos de estabilización, apoyadas en una creciente demanda desde México, donde la expansión del comercio minorista ha potenciado el consumo. Por su parte, los envíos sudamericanos en 2024/25 lograron una recuperación tras los problemas climáticos de años anteriores, alcanzando 1,3 millones de toneladas métricas y estableciendo un nuevo piso productivo para la región.
La Unión Europea y Estados Unidos se mantienen como los mayores importadores del mundo, absorbiendo en conjunto el 43 % de las compras globales. En ambos mercados, la demanda ha mostrado una tendencia sostenida al alza en la última década, con un crecimiento promedio del 2 % anual. El caso estadounidense es especialmente relevante: el consumo per cápita se elevó a 8,2 libras por año en los últimos diez años y podría llegar a 9 libras en 2025/26, según las proyecciones.
En este contexto, el sudeste asiático gana terreno como opción estratégica para los exportadores. La región, impulsada por un aumento sostenido del consumo, se perfila como un destino clave para compensar la menor demanda de importación de China. Países como Vietnam, Indonesia y Tailandia se posicionan como receptores dinámicos, ofreciendo nuevas rutas comerciales y oportunidades de diversificación para productores de América Latina.
El desafío de Perú será sostener su liderazgo frente a un escenario global cada vez más competitivo. La eficiencia logística, la innovación varietal y la capacidad de atender simultáneamente a mercados maduros y emergentes serán determinantes para mantener su posición frente al avance de China y el potencial crecimiento de otros exportadores como Sudáfrica, India o México.
La disputa por el mercado mundial de uvas de mesa refleja, además, la creciente importancia de este cultivo dentro de las agroexportaciones no tradicionales. Para países como Perú, el éxito en este rubro no solo fortalece su balanza comercial, sino que también consolida empleo e inversión en las regiones productoras. Sin embargo, la concentración en mercados tradicionales plantea riesgos: cualquier variación en las condiciones de acceso, ya sea por aranceles, barreras fitosanitarias o cambios en la demanda, puede impactar de manera inmediata en toda la cadena.
Por ello, la apuesta por diversificar destinos cobra cada vez mayor relevancia. La ventana que abre el sudeste asiático, junto con la solidez del mercado norteamericano y europeo, conforma un triángulo estratégico que marcará el rumbo del comercio de uvas en los próximos años. Perú ya dio el primer paso al superar a Chile, pero mantener esa posición exigirá una estrategia flexible y coordinada entre productores, exportadores y autoridades.