Republica Dominicana

Sargazo y Agroindustria: La República Dominicana explora nuevos usos productivos para combatir la invasión

Cada año, millones de toneladas de sargazo invaden las costas caribeñas, afectando el turismo, los ecosistemas y la economía.

Agrolatam.com

 Cada verano, el Caribe enfrenta un fenómeno natural que desafía a gobiernos y comunidades costeras: la masiva llegada de sargazo, una macroalga marina que, al descomponerse, libera gases nocivos y altera ecosistemas costeros. En 2024, la República Dominicana recibió más de 3 millones de toneladas, una cifra histórica que afecta al turismo, la pesca y la salud ambiental.

Lo que inicialmente parecía un problema marítimo estacional ahora se vislumbra como un desafío estructural para la seguridad ambiental y económica regional. Las causas son múltiples: contaminación hídrica desde América del Sur y África, sumadas al calentamiento global y al aumento de nutrientes en el Atlántico.

Aprovechamiento agroindustrial: fertilizantes, biocombustibles y más

Frente a este escenario, el país caribeño está apostando por la innovación. Desde el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) hasta empresas privadas como AlgeaNova o Blue Green, emergen soluciones que vinculan el sargazo con la agricultura, la bioenergía y la economía circular.

Investigaciones en curso prueban su uso como biofertilizante en cultivos de banano, con resultados prometedores. También se exploran procesos de pretratamiento para producir bioaceites, con potencial para convertirse en biocombustibles sostenibles, y materiales de construcción como el Sargablock, una mezcla de sargazo y residuos orgánicos.

Estas innovaciones podrían integrarse a las cadenas de valor agroalimentarias dominicanas, promoviendo la diversificación productiva, el valor agregado y la resiliencia climática del agro local.

Cooperación regional y desafíos globales

Durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3) en Niza, la República Dominicana propuso una Coalición Interregional contra el Sargazo, que incluiría financiamiento internacional, cooperación científica y monitoreo satelital.

El objetivo es que el sargazo sea reconocido como crisis ambiental regional, habilitando canales multilaterales de financiamiento y cooperación técnica a través de la ONU, la FAO y el BID.

Sector agropecuario en el centro de la solución

La articulación entre ciencia, política y sector privado abre una puerta inédita: integrar el sargazo en las estrategias agroexportadoras de la región. Su uso como insumo en biofertilizantes orgánicos podría fortalecer la trazabilidad y sustentabilidad de las exportaciones agroalimentarias, clave para acceder a mercados exigentes como EE.UU. y la UE, que valoran la huella de carbono reducida y el cumplimiento de normas fitosanitarias.

Además, estas iniciativas abren el debate sobre el rol de la bioeconomía en América Latina, como motor de adaptación climática, empleo rural y seguridad alimentaria.

La lucha contra el sargazo es compleja, pero también representa una oportunidad para reimaginar la relación entre el medio ambiente y el desarrollo. 

República Dominicana da pasos hacia una respuesta integral que incluye al sector agropecuario, a la innovación tecnológica y a la cooperación internacional. Si se consolida esta visión, la región no solo mitigará una crisis ecológica, sino que también impulsará nuevas economías verdes con impacto positivo en el comercio agrícola y la sustentabilidad regional.

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