Soja en picada: caída del 7,6% en dólares tras suba de retenciones
La soja cayó un 7,6% en dólares después del 30 de junio, cuando las retenciones volvieron al 33%. Aunque el precio pizarra se mantuvo en $315.000/t, el ajuste en divisa se siente fuerte. El aumento del dólar fue clave para amortiguar la baja. Además, el maíz también evidenció una caída en pizarra, aunque con menor impacto fiscal.
El impacto de la suba de retenciones sobre la soja argentina no tardó en llegar. Tras el regreso al 33% de derechos de exportación el pasado 30 de junio, el valor de la oleaginosa sufrió una caída del 7,6% en dólares, pasando de US$ 275/t a US$ 254/t, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Esta baja se dio a pesar de que el precio pizarra se mantuvo en $315.000 por tonelada, lo que representa apenas un 2% menos que el promedio de junio. La variable que sostuvo ese valor fue el aumento del tipo de cambio, que amortiguó parcialmente el efecto negativo en moneda local.
El ajuste no solo se dio en el disponible. Los contratos de futuros de soja para el mes de julio también mostraron una tendencia descendente: pasaron de US$ 281/t a US$ 263/t en pocas jornadas, en un contexto donde el precio internacional de referencia en Chicago permaneció prácticamente estable. Esto sugiere que el movimiento es claramente local, derivado del cambio en la política fiscal, más que de los fundamentos internacionales del mercado.
La presión impositiva sobre el complejo sojero afectó además el volumen de comercialización. Según la BCR, las operaciones diarias pasaron de 500.000 toneladas a unas 200.000 en las mejores ruedas tras el ajuste tributario. Esto se explica por el aumento de 6,5 puntos porcentuales en la carga impositiva promedio por tonelada exportada, lo que redujo de forma directa la capacidad de pago del sector industrial y exportador. Esa reducción se tradujo en menores precios ofrecidos, generando incertidumbre en los productores respecto al momento de vender.
En paralelo, junio cerró con una fuerte actividad exportadora: se anotaron más de 21,2 millones de toneladas de Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) entre soja y maíz, un récord para el mes. No obstante, los embarques reales registrados por la agencia marítima NABSA no sostuvieron el ritmo del promedio histórico mensual, lo que refleja cierto desfasaje entre los registros administrativos y la logística efectiva.
El maíz, si bien también fue alcanzado por la nueva carga impositiva, mostró un impacto más moderado en los precios. El valor pizarra en dólares bajó de US$ 173/t a US$ 168/t, una caída del 3%, mientras que los precios de exportación mostraron una suba leve, inferior al 1%. A pesar de esto, la comercialización del cereal se mantuvo firme, con promedios diarios superiores a las 100.000 toneladas. La explicación está en la plena cosecha del maíz tardío y en la buena competitividad de Argentina en el mercado FOB sudamericano, lo que sostiene la demanda por el grano.
El contraste entre soja y maíz pone en evidencia cómo la composición tributaria afecta de manera diferenciada a cada cultivo. Mientras el complejo sojero es más vulnerable a los cambios en derechos de exportación por su alta industrialización y valor agregado, el maíz mantiene atractivo comercial gracias a su menor carga fiscal y a una ventana exportadora activa.
En este escenario, los productores enfrentan una coyuntura compleja. La rentabilidad se ve erosionada por el aumento de las retenciones, y la estabilidad del tipo de cambio oficial, si bien protege el precio interno momentáneamente, no resuelve el desfase de márgenes en el mediano plazo. La necesidad de liquidez choca con precios deprimidos en dólares y una demanda que ajusta sus ofertas en función de la nueva realidad impositiva.
La evolución de la próxima campaña dependerá de factores múltiples: desde el clima, que marca el pulso de la producción, hasta el acceso a insumos y financiamiento, pasando por la evolución del tipo de cambio, la política fiscal y las condiciones del mercado internacional. Mientras tanto, el productor argentino se adapta, una vez más, a un entorno desafiante donde la resiliencia y la planificación son claves.