Swap con EE.UU.: el salvavidas financiero que busca Milei y su impacto en el agro argentino
Milei negocia un swap de monedas con Estados Unidos por al menos u$s10.000 millones. El acuerdo busca reforzar reservas y estabilizar el dólar, un factor clave para el agro.
El Gobierno de Javier Milei se encuentra en una etapa avanzada de negociaciones con el Tesoro de Estados Unidos para cerrar un acuerdo de swap de monedas, similar al que Argentina ya mantiene con China. Según trascendió en los mercados, la línea podría ascender a u$s10.000 millones, lo que representaría un alivio inmediato para el Banco Central en momentos de fuertes tensiones cambiarias.
La confirmación la dio el propio presidente durante un acto en Córdoba, al asegurar que el país está "muy avanzado" en las conversaciones con la administración de Donald Trump. La expectativa oficial es que este respaldo financiero se anuncie formalmente en octubre, en el marco de una posible visita de Estado de Milei a Washington.
Scott Bessent y Donald Trump
El objetivo principal del swap es reforzar las reservas internacionales y dar margen al Banco Central para enfrentar los vencimientos de deuda de 2026. Solo en enero y julio de ese año, Argentina deberá afrontar pagos por unos u$s8.500 millones, un desafío que obliga a buscar financiamiento externo en un contexto donde el acceso a los mercados voluntarios de crédito sigue cerrado.
En lo inmediato, el swap le permitiría al Gobierno contener la presión sobre el tipo de cambio, un factor clave en la dinámica económica local. La estabilidad cambiaria no solo impacta en los precios y la inflación, sino también en el agro argentino, que genera más del 65% de las divisas comerciales del país. Para el productor, la previsibilidad del dólar es determinante: de ella dependen tanto la compra de insumos importados como el precio final que recibe al liquidar la cosecha.
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En el campo se sabe que un dólar atrasado o múltiples tipos de cambio -con esquemas como el "dólar soja"- terminan distorsionando las decisiones de inversión. Un swap con Washington no elimina las distorsiones, pero sí podría dar un colchón de estabilidad que permita al sector planificar con algo más de certeza la campaña 2025.
La comparación con los vecinos de la región aparece de inmediato. Brasil, con un real competitivo y acuerdos sólidos con China, se consolida como proveedor global de soja, maíz y carne aviar. Uruguay, gracias a su política de trazabilidad ganadera, amplió el acceso a mercados de alto valor en carne vacuna. En contraste, Argentina carga con retenciones, brecha cambiaria y falta de infraestructura, tres factores que reducen su competitividad frente a los rivales regionales.
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La estrategia oficial es ganar tiempo con respaldo financiero hasta que lleguen los resultados de las reformas internas. Milei insiste en que la dolarización será debatida en una consulta popular, pero advierte que ese camino demandará varios años de transición. En paralelo, se apuesta a instrumentos de corto plazo: además de los swaps, se analizan medidas para acelerar la liquidación de exportaciones y mejorar la recaudación en dólares.
Los analistas señalan que un swap con Estados Unidos tiene un valor simbólico y político mayor que el vigente con China. Representa no solo un refuerzo de reservas, sino también un alineamiento estratégico con Washington, clave para mejorar la percepción de riesgo país y abrir puertas a futuros acuerdos comerciales.
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Para el agro, la ecuación es clara: más reservas equivalen a menos presión inmediata sobre el dólar, y eso genera un marco más previsible para sembrar, cosechar y exportar. Sin embargo, los especialistas advierten que no alcanza con estabilizar la macro. El verdadero salto de competitividad llegará si se logra potenciar el agregado de valor en las cadenas agroindustriales. Exportar granos sigue siendo importante, pero el desafío está en aumentar las ventas de harina, aceite, biocombustibles y carne procesada, que multiplican los ingresos por tonelada exportada.
En este sentido, la región marca el ritmo. Brasil avanza en biotecnología y agricultura digital, lo que le permite mejorar rendimientos y reducir costos. Chile lidera en frutas y vinos premium, sectores que requieren acuerdos comerciales bien diseñados para acceder a mercados de alto poder adquisitivo. Argentina, en cambio, sigue atada a la incertidumbre de su política interna y a la falta de reglas claras para inversiones de largo plazo.
El swap con Estados Unidos, entonces, aparece como un salvavidas financiero en un momento complejo. Le da aire al Gobierno y cierta tranquilidad a los productores, que observan cómo cada movimiento del tipo de cambio puede cambiar el resultado de toda una campaña.