Opinion

Tensión con Irán: Lo que los agricultores estadounidenses deben saber ahora

Las tensiones crecientes entre Estados Unidos e Irán han vuelto a poner al mundo al borde de una confrontación geopolítica mayor.

Emily Trask
Redactora

 Pero mientras la opinión pública se enfoca en las consecuencias militares y diplomáticas, los agricultores estadounidenses también tienen razones para observar de cerca estos acontecimientos.

En mi opinión, el sector agrícola está, una vez más, en la línea de fuego de las decisiones internacionales. Históricamente, las crisis en Medio Oriente repercuten directamente en los precios del petróleo, lo que a su vez afecta los costos de insumos (fertilizantes, combustible, transporte) esenciales para nuestra producción. Y a esto se suman posibles interrupciones en los acuerdos comerciales que limitan el acceso a mercados internacionales clave para los productos básicos estadounidenses.

No es solo cuestión de seguridad nacional: también es una cuestión de seguridad alimentaria. Si el conflicto escala y las exportaciones se ven comprometidas, tanto por sanciones como por represalias comerciales, el maíz, la soya y el trigo podrían experimentar una volatilidad de precios que complique la planificación a mediano plazo. Esta volatilidad, como saben bien los productores, tiene consecuencias reales: desde el acceso a préstamos agrícolas hasta decisiones de siembra bajo riesgo.

La incertidumbre global también podría redirigir recursos federales, afectando programas del USDA o la próxima Ley Agrícola (farm bill), cuya negociación se encuentra en un punto crítico. Sería un error subestimar cómo una crisis de seguridad puede socavar iniciativas de agricultura sostenible, inversiones en agritech o la expansión de prácticas de conservación (conservation practices) en nuestras tierras.

Lo que propongo no es alarmismo, sino preparación. Es tiempo de que los agricultores, cooperativas (co-ops) y líderes rurales se involucren en el debate político y geoestratégico. Debemos exigir a nuestros representantes que garanticen la protección de la cadena de suministro agroalimentaria y que prioricen el desarrollo rural incluso en escenarios de crisis internacional. Porque la agricultura estadounidense no puede ser la víctima colateral de conflictos que se libran a miles de millas de nuestras praderas.