La tipificación bovina ya abarca el 95 % de la faena y consolida un nuevo estándar para la carne argentina
Con 192 frigoríficos aplicando la tipificación y el 95 % de la faena bajo este sistema, la carne argentina avanza hacia un estándar único de calidad y competitividad internacional.
La tipificación bovina ya es una realidad en la industria cárnica argentina. Según datos oficiales de la Secretaría de Agricultura, el 95 % de la faena nacional ya se realiza bajo este sistema, lo que equivale a 192 plantas frigoríficas operativas en todo el país. Se trata de un cambio profundo en la forma de clasificar la carne vacuna, con un objetivo claro: hablar un lenguaje único dentro de la cadena y transparentar la calidad del producto.
El sistema consiste en categorización de las reses bovinas al momento de la faena, considerando tres parámetros centrales: sexo y edad del animal, la conformación (relación entre hueso y carne) y la terminación (relación entre carne y grasa). De esta forma, cada res recibe una tipificación que permite conocer mejor la calidad de la producción, generar información estandarizada y, a futuro, construir un sistema de precios más transparente.
El Gobierno impulsa al 100% la tipificación bovina
El Gobierno destacó que esta práctica no solo ordena el mercado interno, sino que abre la puerta a mayor competitividad internacional. En un mundo donde los consumidores exigen trazabilidad, certificaciones y calidad homogénea, contar con un esquema de tipificación estandarizado es un paso clave para consolidar la posición de la carne argentina en mercados premium como la Unión Europea, China y Estados Unidos.
Claro que no se trata de un cambio automático. Para que un frigorífico pueda implementar la tipificación, debe contar con un palco de faena adecuado y trabajadores especializados. Según la Secretaría de Agricultura, 440 personas ya rindieron y aprobaron los exámenes para obtener la matrícula de tipificador bovino, un rol técnico que se convierte en pieza central del nuevo esquema.
Este avance genera beneficios directos para productores y plantas frigoríficas. Por un lado, mejora la comunicación entre el campo y la industria, evitando discusiones sobre la calidad de los animales y permitiendo que el productor reciba información precisa para orientar su sistema de cría y engorde. Por otro lado, fortalece la trazabilidad de la carne argentina, un atributo cada vez más valorado en los mercados internacionales, donde se paga mejor por calidad certificada.
No obstante, todavía queda un camino por recorrer. El 5 % restante de la faena corresponde a plantas que aún deben adecuarse a la normativa, en su mayoría establecimientos de menor volumen que integran la etapa tres de implementación. Allí los desafíos son mayores, porque requieren inversiones en infraestructura y capacitación.
La tipificación también abre debates dentro del sector. Algunos productores plantean que, sin un sistema de precios diferenciado que premie la calidad, la herramienta pierde incentivo. Otros, en cambio, valoran que el simple hecho de contar con datos objetivos ya representa un salto para la ganadería argentina. En cualquier caso, el desafío de fondo es avanzar hacia un esquema en el que el valor de la carne no dependa solo del peso del animal, sino de su calidad integral.
La experiencia internacional muestra que países como Uruguay y Brasil avanzaron más rápido en estos sistemas y lograron posicionarse mejor en nichos de alto valor. Para la Argentina, que sigue siendo sinónimo de carne premium pero enfrenta retenciones, presión fiscal y falta de previsibilidad, la tipificación puede convertirse en un diferencial estratégico si logra sostenerse en el tiempo y extenderse a toda la faena nacional.
En definitiva, lo que hasta hace pocos años parecía una medida burocrática hoy se transforma en una política de Estado con impacto directo en la cadena cárnica. La tipificación bovina no solo estandariza procesos, sino que también pone a la Argentina en sintonía con las exigencias del mercado global. En un contexto donde el país busca ampliar sus exportaciones agroindustriales, el desafío es claro: sumar calidad, transparencia y trazabilidad para que la carne argentina siga siendo una marca de excelencia mundial.