Europa intenta destrabar el acuerdo con Mercosur en medio de críticas de Francia y Polonia
La Comisión Europea presentará este miércoles el pacto comercial con el bloque sudamericano, en busca de apoyos clave para superar la resistencia de productores agrícolas y gobiernos reticentes.
La Comisión Europea pondrá sobre la mesa este miércoles el acuerdo comercial con Mercosur para su aprobación, luego de más de 25 años de negociaciones. El bloque sudamericano -integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- cerró el pacto con la Unión Europea en diciembre pasado, y ahora el desafío es lograr el visto bueno en el Parlamento Europeo y entre los Estados miembros. Para avanzar, se necesita el respaldo de al menos 15 de los 27 países, que representen el 65% de la población comunitaria.
El camino no está despejado. Francia, principal productor de carne vacuna de la UE, ha calificado al acuerdo de "inaceptable", mientras que Polonia, otro peso pesado agrícola, mantiene su rechazo. Ambos países temen que la apertura a las importaciones desde Sudamérica golpee a sus productores, sobre todo en carne bovina.
Ante esta resistencia, Bruselas planteará un mecanismo de defensa comercial: si las importaciones de productos sensibles -como la carne vacuna- superan en un 10% la cuota prevista, o si los precios caen en ese mismo porcentaje, el acceso preferencial podría ser suspendido de manera automática.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, afirmó que su país continuará oponiéndose, pero admitió que ya no tiene suficientes aliados para bloquear el pacto. Aun así, destacó la importancia de contar con este tipo de salvaguardas para proteger a los agricultores.
Desde el lado de los impulsores, Alemania y España ven al acuerdo como una herramienta estratégica para contrarrestar la pérdida de comercio por los aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump y, al mismo tiempo, reducir la dependencia de China, en especial en lo referente a minerales críticos para la transición energética, como el litio.
El pacto es presentado como el más grande en términos de reducción arancelaria firmado por la Unión Europea. También incluye mayores facilidades de acceso para productos agrícolas europeos como quesos, jamones y vinos, mientras que Mercosur ampliaría sus ventas de commodities agropecuarias.
No obstante, el rechazo no se limita al sector agropecuario. Organizaciones ecologistas, como Amigos de la Tierra, lo han definido como un acuerdo "destructor del clima". Tanto grupos verdes como sectores de ultraderecha en el Parlamento Europeo esperan bloquearlo. Sin embargo, las señales actuales indican que no habría una mayoría de gobiernos dispuestos a rechazarlo.
En paralelo, la Comisión también presentará este miércoles el acuerdo actualizado con México, firmado en enero, en el marco de una estrategia más amplia de diversificación de socios comerciales que incluye negociaciones aceleradas con India, Indonesia y Emiratos Árabes Unidos, y el fortalecimiento de vínculos con Reino Unido, Canadá y Japón.
Los productores europeos continúan movilizándose contra la apertura hacia Mercosur, argumentando que las importaciones de carne y granos desde Sudamérica no cumplen los mismos estándares ambientales y de seguridad alimentaria que exige la Unión Europea. Bruselas, por su parte, insiste en que esos temores carecen de fundamento.
Con este telón de fondo, el acuerdo entre la UE y Mercosur aparece como un punto de inflexión: mientras para unos es la oportunidad de abrir mercados para autos, maquinaria, químicos y alimentos procesados europeos, para otros significa una amenaza a la competitividad del agro comunitario y un retroceso en compromisos ambientales.