Uruguay

Uruguay recupera el pulso ovino: la carne bate récords y la lana vuelve al ruedo

Con precios históricos en frigoríficos y una renovada demanda internacional, el sector ovino uruguayo comienza a dejar atrás años de estancamiento. Los productores responden con mayor faena, retención de vientres y nuevas estrategias productivas para capitalizar un mercado que vuelve a mirar al cordero y a la lana con otros ojos.

Después de años en segundo plano, el rubro ovino vuelve a respirar con fuerza en Uruguay. Lo que hasta hace poco era una actividad en retroceso -con menor stock, baja faena y poco atractivo económico- hoy se convierte en un escenario de oportunidades para los productores que supieron esperar el momento indicado.

La carne ovina se posiciona como protagonista de este repunte. En los últimos meses, el precio por kilo carcasa del cordero pesado superó los 4 dólares, mientras que otras categorías, como el cordero mamón y el borrego, se mantienen por encima de los 3,80. Estas cifras, que representan máximos históricos para el país, reactivan la confianza del productor y estimulan decisiones de inversión.

No se trata solo de números: hay señales claras de mercado. El interés desde Brasil y Asia, sumado al dinamismo de los países del Golfo Pérsico, están generando una demanda sostenida que dinamiza las exportaciones y obliga a la cadena a moverse con mayor fluidez. La faena se acelera, las plantas frigoríficas muestran mayor ritmo y la cadena comienza a funcionar como hacía tiempo no ocurría.

A la carne se suma otro dato alentador: el regreso de la lana como activo de valor. Las últimas zafras mostraron una mayor colocación de micronajes finos y lanas certificadas, especialmente aquellas vinculadas a sistemas de producción sustentables, que encuentran nichos en Europa y Estados Unidos.

Aunque los precios aún no alcanzan los niveles históricos más altos, la reactivación del interés internacional y la mejora en las condiciones de comercialización abren un nuevo panorama para quienes apostaron a mantener sus majadas. En zonas como Lavalleja y Cerro Largo, ya se registran mayores volúmenes de esquila y retención de hembras, señales concretas de que el productor vuelve a confiar en el ovino como estrategia productiva.

Este repunte no es casual. En los últimos años, el trabajo en sanidad, trazabilidad y manejo predial fue clave para sostener al rubro, aun en momentos de baja rentabilidad. El esfuerzo silencioso de técnicos, cabañeros y productores permitió conservar una base genética y un capital de conocimiento que hoy muestra sus frutos.

Los desafíos, sin embargo, siguen sobre la mesa. La competencia con otros usos del suelo, la falta de mano de obra especializada en esquila, y la necesidad de mejores herramientas financieras son barreras que deben ser atendidas si se quiere consolidar este momento de bonanza. También es clave que la industria mantenga precios que permitan sostener el entusiasmo y asegurar rentabilidad a lo largo del año.

La percepción ha cambiado: hoy el ovino ya no es visto como un "complemento", sino como una opción rentable y con proyección. Incluso algunos productores agrícolas están evaluando reinsertar majadas en sus esquemas de rotación, aprovechando la flexibilidad y el bajo requerimiento de inversión inicial.

En paralelo, la industria frigorífica acompaña este nuevo escenario con mayor capacidad operativa, mejoras en la logística y acuerdos comerciales que amplían el alcance de la carne ovina uruguaya. La valorización de cortes premium y el interés por productos diferenciados abren un campo fértil para desarrollar marcas país y posicionar al cordero uruguayo en nuevos mercados gourmet.

Carne, lana, genética y trabajo en territorio convergen en una nueva etapa donde la oportunidad se mezcla con la experiencia. Si el contexto internacional se mantiene firme y la cadena responde con unidad, Uruguay tiene con qué consolidar el renacimiento ovino y proyectarlo como parte clave de su matriz agroexportadora.

Agrolatam.com
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