Uruguay refuerza la lucha contra la garrapata con un plan sanitario respaldado por ley
El MGAP actualizó el Plan Nacional de Lucha contra la Garrapata, basado en la Ley 18.268 de 2008, que obliga a productores y autoridades a aplicar medidas de control, saneamiento y prevención en todo el país.
El combate contra la garrapata común del bovino (Boophilus microplus) en Uruguay no es una iniciativa aislada ni reciente: tiene un marco legal consolidado que la reconoce como un problema de interés nacional desde hace más de 15 años. La Ley 18.268 de 2008, junto con su Decreto reglamentario 9/010 y resoluciones posteriores, constituyen la columna vertebral del actual Plan Nacional de Lucha contra la Garrapata, presentado recientemente por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
La normativa establece tres objetivos estratégicos: controlar la garrapata en las zonas endémicas, erradicarla en las áreas libres de infestación y consolidar un enfoque integral de "Una Salud", que vincula la sanidad animal con la salud humana y la protección ambiental.
El plan vigente se apoya en esta estructura legal para reforzar los controles, definir responsabilidades y sumar herramientas innovadoras al combate de un parásito que genera pérdidas millonarias cada año y afecta la competitividad internacional de la ganadería uruguaya.
Uno de los pilares del sistema es la clasificación territorial. El país se encuentra dividido en zonas libres y zonas de control, lo que permite diseñar estrategias diferenciadas: en las primeras, el esfuerzo está puesto en mantener la condición libre de la plaga, mientras que en las segundas se busca reducir su prevalencia y evitar que avance a nuevas regiones.
La ley establece, además, una obligación directa para los productores y tenedores de ganado. Estos deben colaborar con las inspecciones oficiales, realizar los baños correspondientes, aplicar los tratamientos indicados y cumplir con los plazos de saneamiento fijados por el MGAP. El incumplimiento no es menor: puede derivar en sanciones económicas y hasta la interdicción de predios, lo que impide mover o comercializar animales.
El tránsito de ganado es otro punto sensible. El transporte de animales desde zonas con riesgo sanitario está estrictamente regulado y requiere certificados y controles en ruta. Los puestos carreteros cumplen un papel clave al fiscalizar el movimiento de tropas, reduciendo la posibilidad de que el parásito se propague a zonas que hoy se encuentran libres.
El marco legal también prevé un conjunto de herramientas de prevención y control. Entre ellas, el diagnóstico y registro de datos para mantener un mapa actualizado de infestación; el uso de hemovacunas y acaricidas bajo protocolos que reduzcan la resistencia y respeten los tiempos de carencia; y la promoción de alternativas biológicas y genéticas, como razas más resistentes, que apunten a disminuir la dependencia de los químicos.
Con esta normativa como respaldo, el Plan Nacional de Lucha contra la Garrapata 2025 busca revitalizar la estrategia sanitaria, incorporar innovación tecnológica y fortalecer la articulación entre Estado, productores, academia e industria. El desafío es mayúsculo: la garrapata no solo representa pérdidas directas por menor productividad y mayores costos de manejo, sino que también compromete el estatus sanitario del país frente a sus socios comerciales.
La apuesta oficial es clara: combinar la base legal ya existente con nuevas medidas prácticas y tecnológicas, y exigir un cumplimiento estricto tanto a los productores como a los transportistas. Solo de esa manera Uruguay podrá avanzar hacia el control efectivo de una parasitosis que, pese a décadas de combate, sigue siendo uno de los grandes retos de la ganadería bovina.