América latina reclama voz propia en el debate climático global
Referentes del agro, la ciencia y la política advirtieron que el sector es señalado como gran contaminante pese a que aporta menos del 12 % de los gases de efecto invernadero y recordaron que, lejos de ser parte del problema, puede ser clave en la solución.
En Buenos Aires la XXXIII edición del Congreso Aapresid se convirtió en un foro para repensar el papel de América Latina en la agenda climática internacional. La mirada estuvo puesta en la próxima COP30, que se realizará en Brasil, y en la urgencia de construir una narrativa común que defienda el aporte del agro a la sostenibilidad global.
Marcelo Regúnaga, coordinador del Grupo de Países Productores del Sur (GPS), fue directo: "La agricultura es parte de la solución: captura carbono, sostiene el desarrollo y garantiza seguridad alimentaria. Es una oportunidad que no podemos dejar pasar".
Desde Brasil, Daniel Trento do Nascimento, de EMBRAPA, recordó que su país logró una revolución productiva en tres décadas gracias a ciencia, innovación y crédito, y que Argentina puede seguir un camino similar.
En el auditorio Spraytec, voces internacionales sumaron su perspectiva. Manuel Otero, director del IICA, instó a consolidar un mensaje desde las Américas: "Somos la garantía de biodiversidad y sostenibilidad del planeta. Debemos comunicarlo con fuerza".
Jack Bobo, de la Universidad de California, alertó que los próximos 25 años serán los más importantes de la historia agrícola: "Habrá que producir más y mejor sin agotar los recursos". Kip Tom, exembajador de Estados Unidos ante la FAO, recordó que "la seguridad alimentaria es seguridad nacional".
Walter Baethgen, investigador de la Universidad de Columbia, puso cifras al debate: "El 74 % de los gases de efecto invernadero proviene de la quema de combustibles fósiles; la agricultura, apenas el 11,6 %, y aun así somos los apuntados".
La conclusión fue clara: América Latina necesita plantarse con evidencia científica, diplomacia y alianzas estratégicas para definir su propia agenda y evitar que otros escriban el relato de su futuro.