Importación récord de bondiola: el sector porcino en alerta por el ingreso de carne brasileña
La importación de 2.000 toneladas de bondiola desde Brasil en un mes encendió las alarmas del sector porcino argentino, que advierte por caída de precios y competencia desleal.
Desde la FPA advirtieron que este ingreso masivo duplicó la oferta de bondiola en el mercado interno, provocando una caída de precios y una fuerte presión sobre la rentabilidad de toda la cadena. Los más afectados, señalaron, son los despostadores y distribuidores, que además de enfrentar una competencia creciente de productos importados, deben lidiar con carnes congeladas y con exceso de agua, lo que termina afectando la percepción del consumidor y la imagen del producto nacional.
La entidad también alertó sobre una competencia desleal derivada del uso de ractopamina, un aditivo para acelerar el crecimiento animal prohibido en más de 160 países, incluida la Argentina. "Mientras nuestros productores sostienen un modelo natural y sustentable, deben competir en su propio mercado con productos más baratos elaborados bajo condiciones productivas no permitidas en el país", expresaron desde la Federación.
Pese a las dificultades coyunturales, la cadena porcina argentina mantiene un potencial de crecimiento significativo. El Plan Estratégico Porcino (PEP) proyecta hacia 2032 inversiones por más de 1.600 millones de dólares, con el objetivo de duplicar la producción, generar más empleo y aportar divisas genuinas. Hoy el sector mueve más de 4.000 millones de dólares al año, genera 72.000 empleos directos e indirectos y sostiene un consumo per cápita superior a los 18 kilos anuales, con un crecimiento constante del 4 al 5% durante la última década.
Sin embargo, la presión impositiva y las trabas financieras siguen frenando el desarrollo. El esquema actual de IVA diferencial -con ventas gravadas al 10,5% y compras al 21%- genera saldos fiscales inmovilizados que actúan como un impuesto a la inversión, encareciendo proyectos en genética, infraestructura y tecnología. A esto se suma la falta de líneas de crédito adecuadas, ya que la actividad porcina requiere plazos largos, períodos de gracia y tasas compatibles con su ciclo biológico, condiciones que la banca local no contempla.
Otro factor que preocupa al sector es la demora en la firma del protocolo sanitario con China, que permitiría exportar subproductos como patitas, cabezas y menudencias, actualmente sin valor local pero que en el mercado asiático podrían triplicar su precio, generando nuevas divisas y mejorando la integración de la res porcina.
Desde la FPA remarcaron que el sector no pide subsidios, sino reglas claras y previsibles. "Hace años que pedimos que nos saquen el pie de encima. No queremos beneficios especiales, queremos condiciones que nos permitan invertir, producir más y competir en igualdad. Necesitamos que el Estado sea un aliado, no un obstáculo", señaló Agustín Seijas, director ejecutivo de la Federación Porcina Argentina.
El dirigente también insistió en la necesidad de avanzar con un plan nacional de erradicación de la enfermedad de Aujeszky, en coordinación con la autoridad sanitaria, para actualizar las normativas y financiar el programa desde el propio sector, a la espera de una aprobación definitiva.
Desde la Federación aseguran que "el cerdo argentino tiene futuro": su modelo sustentable, la capacidad de reconversión y el crecimiento sostenido del consumo interno muestran un camino de expansión claro. Pero advierten que ese potencial solo se concretará con diálogo, previsibilidad y reglas estables. "Invertir para producir más y exportar mejor no es solo un objetivo sectorial, es una oportunidad país. Pero necesitamos un gobierno que camine junto a la producción, no adelante suyo", concluyen.