Campaña internacional denuncia exportación de "carne de conflicto" desde Nicaragua
Organizaciones ambientales acusan a frigoríficos de abastecerse de ganado criado ilegalmente en reservas naturales y territorios indígenas.
Una nueva investigación impulsada por el colectivo documental Patrullaje y la organización internacional Re:wild ha lanzado una campaña global contra la compra de carne bovina producida en áreas protegidas de Nicaragua, denunciando su vínculo con la deforestación tropical y la violación de derechos de comunidades indígenas y afrodescendientes.
La iniciativa incluye una carta abierta dirigida a grandes marcas alimentarias de Estados Unidos, en la que se insta a dejar de adquirir carne proveniente de ranchos ilegales ubicados dentro de reservas naturales, como la Indio Maíz o la Biósfera de Bosawás.
Según los investigadores, parte de esta producción estaría llegando a supermercados y restaurantes estadounidenses, mezclada con carne legalmente producida debido a las debilidades en el sistema nacional de trazabilidad bovina.
El documental Conflict Beef, sostiene que los principales mataderos del país compran ganado de zonas prohibidas y exportan esa carne hacia mercados internacionales, principalmente Estados Unidos. La investigación alerta que los consumidores podrían ser "cómplices involuntarios" de la destrucción de los bosques tropicales, al no existir un sistema transparente que permita diferenciar el origen del producto.
Debilidad del control sanitario y expansión ganadera en territorios protegidos
De acuerdo con el informe, las fallas estructurales en el Sistema Nacional de Información de Trazabilidad Bovina facilitan el llamado "lavado de ganado", mediante el cual animales criados en reservas o territorios indígenas son registrados en fincas legales antes de su sacrificio.
Aunque el Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA) sostiene que cuenta con mecanismos de control y campañas de sanidad animal -como la erradicación de la gusanera o miasis-, organizaciones ambientales afirman que el sistema "no es transparente ni verificable".
El activista Amaru Ruiz, presidente de la prohibida Fundación del Río, advirtió que la expansión ganadera hacia el Caribe nicaragüense está generando una creciente presión sobre las comunidades indígenas Rama, Kriol y Mayangna, con casos de invasiones, conflictos de tierras y pérdida acelerada de bosques primarios.
Según el informe, la ganadería es responsable de más del 90 % de la deforestación de los bosques intactos de Centroamérica, gran parte de ella vinculada a la cría ilegal de ganado.
Las reservas de Bosawás e Indio Maíz, consideradas los últimos pulmones tropicales del país, han perdido grandes extensiones de selva en los últimos dos años. Re:wild estima que Nicaragua perdió cerca del 10 % de sus bosques primarios entre 2023 y 2024, situándose como el país con mayor tasa de deforestación del mundo durante ese período.
El avance de la frontera ganadera, motivado por la demanda internacional de carne y el aumento de precios, está modificando los patrones de lluvia y amenazando la estabilidad climática regional.
A pesar de la magnitud del problema, el sector cárnico nicaragüense rechaza las acusaciones. Un ejecutivo del rubro, bajo anonimato, afirmó que responsabilizar exclusivamente a la industria "simplifica un problema mucho más complejo", que también involucra agricultura, pobreza, minería, crecimiento demográfico y especulación de tierras.
Sin embargo, reconoció que un sistema de trazabilidad efectivo permitiría cerrar los vacíos que hoy posibilitan el comercio de carne ilegal.
El informe también señala que la ganadería ha sido históricamente el principal sector exportador de Nicaragua, aunque en 2024 perdió ese liderazgo frente al auge del oro y la minería metálica. Aun así, el país obtuvo 996 millones de dólares por exportaciones de carne, ganado y lácteos, según el Banco Central de Nicaragua.
Estos ingresos, argumenta Re:wild, no compensan el costo ambiental y social de la expansión descontrolada del sector.
Las organizaciones impulsoras de la campaña instan a los consumidores y empresas internacionales a verificar la trazabilidad y el origen del producto, promoviendo una cadena de suministro libre de deforestación y respetuosa de los derechos humanos.
El caso de Nicaragua se suma a una creciente preocupación global por la carne vinculada a la pérdida de bosques tropicales, un fenómeno que también afecta zonas críticas de Brasil, Bolivia y Paraguay.