¿Impulso o espejismo? Detrás del salto pronunciado en los precios de soja, maíz y trigo
Los mercados de granos encendieron alarmas esta jornada tras romper resistencias técnicas clave en soja, maíz y trigo. ¿Qué impulsa esta suba? Entre compras técnicas, dinámica global de oferta y políticas en Estados Unidos, el impulso sorprende -pero el buen clima complica las expectativas de sostenerlo. Un análisis desde nuestra redacción para entender si es oportunidad o una pausa técnica.
Los contratos de soja en la posición julio 2025 protagonizaron una suba destacada de US$ 9,46, cerrando en US$ 385,99, tras romper las resistencias técnicas marcadas por sus promedios móviles de 100 y 200 días, un hecho que activó compras automáticas y disparó el interés de los fondos especulativos. En un movimiento paralelo, el maíz trepó US$ 4 hasta alcanzar los US$ 169,3, mientras que el trigo lo hizo en US$ 6,89, cerrando en US$ 204,30. Estas cifras, si bien relevantes, no se explican por fundamentos de oferta y demanda únicamente, sino por una conjunción de factores que merecen análisis.
Desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) se destacó que los futuros de la soja experimentaron aumentos de hasta un 2,5%, impulsados por la recuperación en el precio del aceite de soja, favorecido por disposiciones contenidas en el nuevo proyecto de ley de presupuesto de EE.UU. que fortalece la demanda de biodiesel. Este cambio político en el norte revitaliza el interés por los derivados oleaginosos y refuerza la expectativa de valor agregado en toda la cadena.
Sin embargo, no todo es impulso estructural. Las condiciones climáticas en Estados Unidos han sido particularmente favorables, con temperaturas óptimas y lluvias oportunas en el Medio Oeste, mejorando las expectativas de rinde para la próxima cosecha. Esto, combinado con una gran oferta de soja en Brasil y las persistentes tensiones en el comercio global, impone límites claros a la sostenibilidad de esta suba de precios. En particular, la proyección de una safrinha (segunda cosecha de maíz) muy buena en Brasil coloca presión sobre el mercado de exportación estadounidense, lo que también impacta en el comportamiento de los fondos.
En el caso del maíz, las subas se deben principalmente a un rebote técnico luego de que el cereal alcanzara mínimos contractuales. Los operadores aprovecharon para cerrar posiciones vendidas, lo que generó un repunte de hasta el 3%. Aunque las perspectivas climáticas siguen siendo positivas, el impacto del tipo de cambio, las políticas locales de retenciones y la expectativa de una cosecha récord en Sudamérica contienen el entusiasmo de largo plazo.
El trigo, por su parte, continúa su remontada impulsado por correcciones técnicas y cobertura de ventas cortas. A pesar de este movimiento, los grandes volúmenes proyectados para EE.UU., Europa y la región del Mar Negro ejercen una presión bajista estructural. Solo el calor extremo en ciertas zonas de Europa introduce incertidumbre en la calidad del grano, un factor que podría alterar los flujos del comercio internacional si se agudiza.
En este contexto volátil, los productores argentinos deben evaluar con precisión sus estrategias de comercialización, aprovechando las señales de mercado pero sin perder de vista los factores exógenos. El uso de herramientas como el mercado de futuros, la cobertura con seguros agrícolas, y el acceso a crédito agropecuario puede marcar la diferencia entre capturar rentabilidad o sufrir por decisiones precipitadas.
Además, la oportunidad para generar valor agregado en origen, mediante el procesamiento local, la mejora en la infraestructura vial, o esquemas de asociativismo, cobra vigencia en un escenario donde la volatilidad parece ser la nueva constante. La tecnificación del campo argentino, el aprovechamiento de la innovación y la implementación de buenas prácticas agrícolas (BPA) siguen siendo ejes clave para afrontar este tipo de coyunturas.
En definitiva, si bien la suba de los granos trae alivio temporal, su sostenibilidad dependerá del comportamiento del clima, la evolución de la oferta global y, especialmente, de los movimientos políticos y comerciales en los grandes mercados. El campo argentino, siempre resiliente, deberá combinar agilidad táctica con planificación estratégica para transformar este momento en una verdadera oportunidad.