Por Redacción Portal Agropecuario
La industria aceitera argentina volvió a encender luces de alerta. En abril, la molienda de soja cayó a 3,4 millones de toneladas, lo que representa un descenso del 11% en comparación con el mismo mes del año pasado y se ubica por debajo del promedio de los últimos siete años, estimado en 3,8 millones. Así lo indicó el consultor de empresas y ex subsecretario de Mercados Agrícolas, Javier Preciado Patiño, quien atribuyó el retroceso a la demora en la cosecha y la incertidumbre del mercado durante la primera mitad del mes.
La falta de fluidez en los negocios impactó directamente sobre la industria, que ya venía operando con altos niveles de capacidad ociosa. En un contexto de precios internacionales en baja y un mercado interno sin señales claras, la molienda volvió a resentirse justo cuando se esperaba una recuperación tras el desastre de la sequía en 2023.
La demanda de China cambia el tablero
Pero el fenómeno va más allá del clima o de la coyuntura local. Según explicó Preciado Patiño en una entrevista reciente con un medio uruguayo, este año la buena cosecha argentina -cercana a las 50 millones de toneladas- está encontrando una nueva ruta comercial: la exportación directa del poroto.
"Hasta hace poco, la industria aceitera era la principal compradora de soja para producir harina y aceite. Hoy eso cambió: con precios más bajos, los exportadores se están volcando a vender poroto directamente a China", sostuvo el especialista. De hecho, se estima que las exportaciones de poroto podrían alcanzar las 10 millones de toneladas este año, una cifra muy superior al promedio histórico de seis millones.
El motivo detrás de esta demanda, según el exfuncionario, es estratégico: "China quiere asegurarse stocks de soja sin procesar para fortalecer su posición en el comercio mundial. Esta pulseada con la industria local podría profundizarse si continúa el ritmo actual".
Retención en puerta y alerta fiscal
Otro dato clave que surge del análisis de Preciado Patiño es el potencial inicio de una etapa de retención de soja por parte de los productores. Con precios poco atractivos y los compromisos más inmediatos ya cubiertos tras la cosecha, muchos podrían optar por esperar mejores condiciones de venta a partir de junio.
Este fenómeno, que ya se anticipa en el mercado, podría generar complicaciones adicionales para el Gobierno, que espera captar divisas mediante exportaciones y, eventualmente, con una suba de los derechos de exportación, programada para el 1º de julio (pasarían del 27% actual al 33%).
Pero el panorama es incierto. "Dependerá de las necesidades fiscales del Gobierno en ese momento y de su urgencia por sostener el tipo de cambio antes de las elecciones legislativas de octubre", advirtió el consultor. En otras palabras, si los productores retienen y el flujo de divisas no mejora, el Ejecutivo podría verse forzado a tomar decisiones incómodas.
Mayo ofrece un respiro, pero no despeja dudas
Según los primeros datos de mayo, la molienda podría mostrar una leve recuperación gracias al repunte en la cosecha y a una mejora en los embarques. Sin embargo, los especialistas coinciden en que la pulseada entre exportadores y la industria aceitera recién comienza, y que los precios internacionales seguirán jugando un rol determinante.
Para la industria del crushing -clave en la generación de valor agregado-, el desafío es doble: retener materia prima en un mercado cada vez más presionado por la demanda externa y seguir operando con márgenes estrechos. Para el Gobierno, la pregunta es cómo sostener el equilibrio fiscal sin espantar al campo en un año electoral.