Opinión

El mundo crea viento en contra y ni la soja funciona como escudo

14 Jun 2022

 Con una inflación que no parece dispuesta a ceder, a la economía le costará sostener los pronósticos de mejora del PBI que manejaba Economía dos meses atrás. La erosión del consumo privado se está haciendo notar, y aunque el Gobierno ha hecho esfuerzos por recomponer los ingresos del sector privado y de aquellos que perciben asignaciones del Estado, los precios siguen por delante y las expectativas negativas no hacen más que acotar el esfuerzo oficial.

Hasta ahora, el contexto externo tenía un efecto ambivalente. El aumento en el precio de la energía que causó el conflicto en Ucrania era un factor negativo para un gobierno necesitado de importar gas y combustibles, pero aparecía compensado por el salto que se dio en la cotización de las materias primas. Lo que no aparecía con claridad es lo que se denominan impactos de segunda ronda. Estados Unidos y Europa enfrentan ahora una inflación que no tiene el carácter transitorio que le adjudicaban por efecto de la pandemia, y la suba de tasas de interés (combinada con la guerra en territorio europeo y la desaceleración que China se automedicó para combatir sus rebrotes de Covid) derramó frío sobre el nivel de actividad global y de la región. Los países desarrollados esperaban a comienzos de año crecer 3,9% y ese pronóstico orilla ahora 2,8%; Europa bajó de 4,7% a 3,1% y América latina tiene un mediocre 1,9% por delante. Brasil aspira a lograr un empate y la Argentina se aleja cada vez más del 4% que soñó Martín Guzmán para entrar en terrenos de 3%.

Lo que se ve, entonces, es un mundo que crea viento en contra. Con la complicación de que los pocos factores que podían ayudar se vuelven difíciles de capitalizar. La soja cotiza en torno a u$s 620 la tonelada, una cifra que debería entusiasmar a los exportadores. Pero con el nivel de incertidumbre que reina en el mercado y una brecha cercana a 100%, nadie apuesta por volcar sus excedentes al mercado. Hay por lo menos 14 millones de toneladas para liquidar (algunos consultores especializados aseguran que al cifra es aún más alta) pero por ahora los productores prefieren ahorrar en silobolsas.

El trigo tampoco ofrece la oportunidad de absorber un diferencial. El Gobierno debería estar alentando las ventas externas, pero la realidad es que limitó esa posibilidad para no afectar la disponibilidad de cereal destinado al mercado interno. Con un clima que tampoco ayuda a incrementar la siembra, las expectativas de producción bajaron de 20 millones de toneladas a 18,5 millones.

De la energía mejor no hablar. El gasoducto de Vaca Muerta debería estar terminado (o por lo menos en construcción) para tener la posibilidad de que en 2023 la Argentina tenga una fuente potenciada de dólares. Eso tampoco va a suceder. El Gobierno va a tener que esforzarse para generar alguna certeza en medio de tanta incertidumbre.

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