Luego de un inicio de año negativo para la carne argentina, el mes de abril trajo algo de alivio: las exportaciones crecieron un 17% respecto de marzo, alcanzando las 52.100 toneladas peso producto, según datos del INDEC. Sin embargo, si se analiza el acumulado de 2025, la realidad es preocupante: en los primeros cuatro meses se exportaron 195.700 toneladas, un 25% menos que en 2024.
En valor, la caída fue más leve (solo 2%), gracias a una mejora en los precios obtenidos, que aumentaron más del 30% interanual. Pero el dato estructural no deja de ser alarmante: es el quinto mes consecutivo con menores ventas en volumen, algo que debería encender todas las alertas.
Brasil, Uruguay y Paraguay crecen... ¿y nosotros?
Mientras Argentina tropieza, los países vecinos avanzan con paso firme:
Brasil exportó 827.800 toneladas, un 12,8% más que el año pasado.
Paraguay aumentó sus ventas un 20%, alcanzando 115.900 toneladas.
Uruguay mantuvo sus exportaciones estables, con 126.300 toneladas, apenas por encima de 2024.
Y acá aparece la pregunta incómoda: ¿cómo puede ser que un país con la ganadería y la tradición exportadora de Argentina no esté ganando terreno? ¿Cómo es posible que sigamos retrocediendo mientras nuestros vecinos, con estructuras más pequeñas, aprovechan cada oportunidad?
La respuesta es tan simple como cruda: falta de previsibilidad, estrategia y una política exportadora clara y estable.
El talón de Aquiles: la dependencia de China
Uno de los factores que más golpea las estadísticas argentinas es la fuerte dependencia del mercado chino, que hoy representa el 60% de nuestras exportaciones de carne. En los primeros cuatro meses de 2025, las compras de China cayeron un 40% respecto al año pasado, según Rosgan.
El USDA proyecta que China aumentará sus compras anuales un 2%, superando los 3,8 millones de toneladas. Sin embargo, los datos de su propia aduana (GACC) muestran otra realidad: solo se importaron 890.000 toneladas entre enero y abril, un 11% menos que en 2024.
Para alcanzar la meta del USDA, China debería importar más de 250.000 toneladas mensuales en lo que resta del año. Hoy, esa aceleración luce improbable.
Buenos precios... pero ¿hasta cuándo?
La contracara del menor volumen es la mejora en los precios. Argentina logró el mayor crecimiento interanual en valor por tonelada exportada de la región. Pero incluso eso tiene fecha de vencimiento si la demanda no se reactiva.
La reciente feria SIAL en China dejó sensaciones mixtas. Si bien los valores pactados no fueron malos, la competencia feroz de Brasil , Australia y Uruguay, cada uno con ventajas distintas, limita el margen de maniobra de los exportadores argentinos.
Argentina sigue jugando un partido internacional con los botines cambiados. Dependemos demasiado de un solo mercado, no diversificamos destinos, y competimos con desventaja frente a países que tienen reglas más claras, incentivos consistentes y estrategias de largo plazo.
La ganadería argentina tiene historia, genética, calidad y capacidad de producción. Pero mientras no logremos traducir eso en una visión exportadora moderna, estable y eficiente, seguiremos perdiendo oportunidades.
Los números lo dicen claro. El mundo compra carne. Solo hay que entender cómo venderla.