Opinion

India y su agro cerrado: la traba que la aleja del estatus de gran potencia

El agro indio es el más cerrado del mundo. Con más de 700 millones de campesinos, una productividad casi nula y un mercado clausurado por aranceles de hasta 60%, la India enfrenta un dilema: abrirse al mundo o resignar su ambición de gran potencia

Maria Jose Huerta
Redacción AgroLatam.com

La producción agroalimentaria india ocupa a más de 700 millones de campesinos, la mitad de su población. Sin embargo, este esfuerzo humano masivo no se traduce en productividad: el país mantiene mercados cerrados, precios controlados y un esquema de protección que impide la competencia extranjera.

El caso más emblemático es Amul, la cooperativa láctea que controla el 75% del mercado indio de leche, con ingresos superiores a U$S 7.300 millones en 2024. Su modelo es simple: comprar toda la leche de sus 3,6 millones de socios a un precio fijo de U$S 0,45 por litro, sin importar las condiciones del mercado. Esto asegura ventas diarias, pero elimina cualquier incentivo de eficiencia o innovación. El resultado: productividad nula o negativa, aunque con una fidelidad absoluta de sus asociados.

El mercado lácteo del subcontinente está completamente cerrado a la competencia externa, protegido por aranceles de entre 30% y 60%. Lo mismo ocurre con gran parte de la producción agroalimentaria. Mientras tanto, EE.UU. produce una cantidad similar de alimentos con apenas 800.000 farmers, reflejando un contraste brutal en términos de productividad.

No sorprende entonces que Donald Trump, en su segundo mandato, haya impuesto un arancel del 50% a India. La prioridad estadounidense es abrir mercados para reducir su déficit comercial de más de U$S 1,2 billones en 2024, y el agro indio es un obstáculo directo.

India es hoy la 4ª economía del mundo, y el Banco Mundial estima que pronto será la 3ª en 2026. Pero su comercio bilateral con EE.UU. apenas supera los U$S 240.000 millones, muy por debajo de lo que sería esperable para dos gigantes económicos. La causa es clara: una economía cerrada, sobre todo en lo agroalimentario.

La paradoja india es evidente: tiene 400 millones de cabezas de ganado, pero no exporta carne por motivos religiosos y culturales. Ese vacío lo ocupa Brasil, con 240 millones de cabezas, que se convirtió en el 1er exportador mundial de carnes.

En un sentido estricto, no hay acumulación de capital en el agro indio. El país tiene potencial para ser una gran potencia, pero mientras no resuelva su "cuestión agraria", seguirá atrapado en una estructura improductiva y cerrada.

China demuestra que sin transformar la base agroalimentaria, no hay forma de consolidar un estatus global. India abrió parcialmente sus mercados industriales y de servicios en acuerdos con Australia y la UE, pero el agro sigue blindado.

El choque con Estados Unidos refleja esta contradicción de fondo. Si India no abre su agro, su crecimiento económico será insuficiente para consolidar su lugar en el mundo. El tiempo corre y el desafío es mayúsculo: o abre sus mercados o posterga indefinidamente su sueño de gran potencia.