Opinion

Justicia Climática: Un fallo histórico que reivindica el alma de América Latina

¿Puede una decisión jurídica cambiar el destino de millones? Esta semana, América Latina no solo respondió: marcó el camino

Gladys Martínez
Gladys Martínez

Mientras el mundo entero se tambalea frente a la emergencia climática, fue América Latina -esa región tan golpeada como resiliente- la que trazó un nuevo sendero de esperanza. Esta semana, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) dictó un fallo histórico que reconoce, por primera vez, el derecho humano a un clima sano. La Opinión Consultiva 32/2025 no es solo un documento jurídico: es un manifiesto ético que pone en el centro a las comunidades, la biodiversidad y la justicia intergeneracional.

"Desde el Sur, para el mundo: América Latina lidera la defensa del clima con enfoque humano y legal."

Y lo hizo desde el Sur.

Desde estos suelos que producen el 14% de los alimentos del mundo, donde los pueblos originarios han custodiado durante siglos los ecosistemas más ricos del planeta, donde la ruralidad aún late con fuerza, donde la lucha por el agua y la tierra no es una consigna, sino una urgencia vital.

La Corte no habló en abstracto. Reconoció que hay víctimas con nombres, con historias, con territorios. Mujeres campesinas desplazadas por sequías, niños indígenas intoxicados por incendios forestales, pescadores arrinconados por el aumento del nivel del mar. Reivindicó a los pueblos afrodescendientes, a las comunidades rurales, a quienes resisten desde la tierra mientras el extractivismo arrasa en nombre del "desarrollo"

"El derecho a un clima sano ya no es aspiración: es obligación legal de los Estados latinoamericanos."

Este fallo no es un regalo: es conquista. Se logró gracias a la presión de pueblos, organizaciones, académicos y activistas que presentaron más de 260 intervenciones. Porque en América Latina sabemos de luchas largas, de sembrar sin garantía de cosecha. Pero también sabemos que sin justicia ambiental, no hay justicia social.

¿Y por qué es tan importante que haya sido aquí? Porque América Latina es uno de los territorios más vulnerables al cambio climático, pero también una potencia en soluciones. Aquí se piensa la transición energética desde la equidad, se defiende la biodiversidad como patrimonio común, se integran saberes ancestrales con ciencia moderna. Somos más que víctimas: somos agentes de cambio.

Este hito jurídico llega además cuando la región se prepara para acoger negociaciones clave sobre clima. Con la OC-32, América Latina no solo exige más ambición a los países emisores del Norte global; también nos pone el espejo a nosotros mismos.

"¿Estamos listos para dejar atrás el extractivismo sin trazabilidad y construir soberanía climática?"

Porque esta opinión consultiva no es el final del camino. Es una brújula. Los gobiernos ya no pueden escudarse en la falta de reglas: las tienen, y son vinculantes. La ciudadanía ya no tiene que conformarse con promesas: ahora puede exigir derechos. Y los jueces tienen herramientas para fallar en favor de la vida, del suelo fértil, del agua limpia, del futuro.

Desde el barro de las zonas rurales hasta las tribunas diplomáticas, América Latina alzó la voz y dijo:
la justicia climática no es un lujo, es un mandato.

Y esta vez, el mundo escuchó.

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