El dato, difundido por Rosgan en su informe semanal, despierta entusiasmo, pero también preocupación: ¿estamos frente al inicio de un nuevo ciclo productivo o ante una extracción que compromete el futuro del stock?
La cifra mensual marca un quiebre respecto al comportamiento del primer trimestre, donde el volumen de faena acumulado había caído más de 2 puntos porcentuales interanuales. Con el nuevo dato, el cuatrimestre enero-abril cierra prácticamente sin cambios respecto de 2024, totalizando 4,33 millones de cabezas faenadas.
Sin señales claras de retención
Pese a las condiciones climáticas favorables, una macroeconomía más estabilizada y precios atractivos para el productor, todavía no aparecen indicios concretos de una fase de retención de hacienda. Muy por el contrario, el informe advierte que ya se estaría superando en 4 puntos porcentuales el nivel de extracción compatible con el rodeo nacional, calculado en torno a 13,8 a 14 millones de cabezas anuales.
Este desfasaje, explican desde Rosgan, pone en riesgo la recuperación del stock bovino, que viene de perder 1,5 millones de cabezas en 2023 y más de un millón en 2024.
Hembras jóvenes en la mira
Uno de los datos más llamativos del reporte es el crecimiento del 7% interanual en la faena de vaquillonas durante el primer cuatrimestre: se enviaron a faena cerca de 1,3 millones de vientres jóvenes. En contraposición, la faena de vacas cayó un 13% interanual en el mismo período.
El problema, según analiza la economista María Julia Aiassa, autora del informe, es que "la extracción de vaquillonas para carne no debería seguir creciendo" si se pretende estabilizar el rodeo. El reemplazo de vientres exige retener parte de las terneras, pero si el número de nacimientos no varía respecto a años anteriores, la reposición se ve comprometida.
Machos: más novillos, pero más livianos
En los machos, la faena total no mostró variaciones significativas, pero se registró un crecimiento del 10% en novillos. Sin embargo, buena parte de ese incremento corresponde a animales más jóvenes y livianos (6 dientes), lo que va a contramano del modelo deseado para mejorar la productividad del stock, especialmente en un año con buena oferta forrajera y mayor previsibilidad económica.
Aun así, la mejora en los pesos promedio es un dato positivo. En abril, la res en gancho promedió 229,4 kg, 3,5 kg más que en abril de 2024 y 5,4 kg más que en 2023, acercándose a los niveles de 2022.
Un contexto económico favorable que no se capitaliza
Desde lo económico, los números también invitan a la retención. En dólares, los ingresos por terneros crecieron entre un 25% y 30% interanual; por vacas vacías, 20%; por novillitos terminados, 12%; por novillos, 17%; y por vaquillonas, 18%.
Pese a estos márgenes, que deberían alentar a proyectar a largo plazo, el comportamiento ganadero se mantiene en clave extractiva. La pregunta que plantea Rosgan es directa: ¿por qué, con buen clima, precios en alza y menor incertidumbre macro, no se inicia la tan esperada fase de retención?
El invierno como variable clave
Si bien el invierno aún no comenzó, las condiciones climáticas no anticipan una necesidad excepcional de descarga. En ese marco, se espera que la salida de vacas se intensifique a partir de mayo, como ocurre tradicionalmente, pero sin causas externas que justifiquen un aumento adicional en los niveles de faena.
El informe concluye con una advertencia: si no se desacelera la extracción actual, el rodeo nacional podría volver a perder stock, incluso en un año con viento a favor. En otras palabras, el desafío no es productivo ni climático, sino estratégico: animarse a apostar por un ciclo ganadero sustentable.