Las precipitaciones de los últimos meses han generado una mejora significativa en las reservas de humedad, beneficiando el arranque de la campaña gruesa de soja y maíz. Según Florencia Poeta, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), "octubre terminó con lluvias por encima de la media y noviembre sigue la misma tendencia". Esto fue clave tanto para el cierre de la campaña fina de trigo y cebada como para el inicio de los cultivos de verano.
Sin embargo, las proyecciones para enero y febrero, meses críticos para los cultivos, generan preocupación. "Las lluvias tienen un toque característico de La Niña: localizadas, de corta duración y con granizo", señaló el agroclimatólogo Eduardo Sierra, quien advirtió que este fenómeno podría intensificarse en pleno verano.
Aunque se espera una Niña de baja intensidad y duración, Poeta destacó que la atmósfera inestable genera incertidumbre en las proyecciones meteorológicas a largo plazo. Esto se ve agravado por factores regionales, como el calentamiento del Atlántico, que incrementa tanto las lluvias como el riesgo de eventos extremos, tales como granizo y fuertes ráfagas, ya observados en localidades como Ordóñez y Carlos Pellegrini.
"La dinámica climática actual introduce 'ruido' en las estimaciones, y aunque se han debilitado los forzantes globales como La Niña, el verano sigue siendo un periodo crítico", subrayó Poeta.
La región núcleo ya alcanzó el 50% de avance en la cosecha de trigo, lo que equivale a unas 650.000 hectáreas recolectadas. Los rendimientos promedio subieron de 35,4 a 37 quintales por hectárea (qq/ha), aunque con marcadas variaciones regionales. Mientras el nordeste bonaerense registra rindes superiores a los 40 qq/ha, el noroeste ronda los 33 qq/ha.
Eduardo Sierra advirtió sobre la posibilidad de déficit hídrico en enero y febrero, especialmente en las zonas limítrofes de Córdoba, Santa Fe, La Pampa y Buenos Aires. "El verano es donde está el peligro", afirmó. Sin embargo, se espera que en otoño las precipitaciones vuelvan a la normalidad.
Poeta agregó que "las lluvias recientes han sido determinantes, pero el riesgo persiste, y los productores deberán seguir de cerca las proyecciones climáticas para ajustar sus estrategias."
El sector agropecuario se encuentra ante un escenario desafiante, con lluvias que mejoraron las condiciones iniciales, pero con incertidumbre sobre lo que traerá el verano.