Opinión

El desafío de un Mercosur competitivo y flexible

19 Jul 2021

Fueron 30 años del Mercosur, un proceso muy conocido y transitado por las empresas del cual sabe aún a muy poco. Muchos desencuentros y un funcionamiento quizás por debajo del potencial que el área posee. El Mercosur hace mucho no sale en los diarios, es como un producto obsoleto que ya no desafía ni suscita interés. Sin embargo, como plantea con claridad la ex canciller Susana Malcorra se trata de un activo clave para el posicionamiento en el mundo de nuestro país. Posicionamiento para una Argentina que hace décadas es irrelevante en el mundo moderno.

Actualmente el Mercosur se enfrenta a un potencial acuerdo con la Unión Europea, impulsando nuevamente al bloque en un proyecto convocante de larguísima negociación. Se impone una reflexión histórica en cuanto a sus orígenes y vaivenes. Hay toda una historia con la integración: proyectos fundacionales de poco impacto efectivo con Aladi y Alalc en los ´60 para impulsar la integración en la región, el gran sueño de Bolivar y San Martín. En los ´80, reinstaladas las democracias en Brasil y en Argentina, Alfonsín y Sarney plantearon la simiente del Mercosur, impulsando proyectos de intercambio bilateral sectorial en áreas estratégicas como la automotriz. La idea de fondo era disminuir la hipótesis tradicional de conflicto militar con Brasil, lógica similar que tuvo Europa pretendiendo detener una nueva guerra civil fratricida en la región.

En 1991 se concretó el Tratado de Asunción que plantea que los 4 países miembro deberán converger en la coordinación macroeconómica, objetivo que nunca cumplimos. Desde el principio y hasta casi finales de su primera década, se tuvo mucha expectativa y cierto rejuvenecimiento comercial en la región. Se impulsó una ampliación fuerte del comercio entre los países del bloque en una región con bajo intercambio comercial. Y, a su vez, se acordaron proyectos de integración energética y de infraestructura. No obstante, el bloque no ha impulsado una salida común exportadora y como área de negociación por su mayor masa crítica, su desempeño es cuestionable. 

Es un mercado común que además no tiene una institucionalidad de funcionamiento, no hay una Bruselas con mandato enérgico sobre toda el área. Depende mucho de la vocación de diálogo de los presidentes de turno, en especial de los de Brasil y Argentina. El Mercosur reconozcamos ha sido funcional para asegurar estabilidad democrática. Es criticado por ser una unión aduanera imperfecta con un arancel externo común elevado. Este aspecto que siempre es mencionado por Uruguay y en especial por una figura como Lacalle Pou que se quiere desmarcar y jugar con mayor libertad el partido del comercio exterior. Por otro lado, se cuestiona también la falta de flexibilidad, argumento típico al que adhiere Jair Bolsonaro en Brasil. El hermano mayor del bloque piensa parecido a Uruguay. Paraguay no entra tanto en el debate y, Brasil y Uruguay quieren libertad para encarar tratados de libre comercio con otros países entre los que se encuentran algunos de Asia.

En definitiva, es de esperar que este relanzamiento con el largo objetivo de asociarnos a Europa nos prepare para un Mercosur más dinámico, competitivo y flexible que habrá que fortalecer y siempre reinventar.