El cambio de clima trajo muy buenas noticias para el sector agropecuario y para una Argentina siempre necesitada de divisas.
La Bolsa de Comercio de Rosario subió su pronóstico y ahora estimó que el volumen de producción del agro será de 135,7 millones de toneladas.
Así, se estima que ingresarán unos US$ 31.600 millones en exportaciones del sector.
En enero, la falta de lluvias y las altas temperaturas impactaron sobre los cultivos.
Pero el fenómeno se revirtió y las lluvias permitieron mejorar a partir de febrero las estimaciones.
La producción proyectada de granos subió 2% con relación al año previo.
Este volumen se ubica como el segundo más alto de la historia, sólo por detrás de la campaña 2018/19.
Por el lado de la cosecha gruesa, la siembra de maíz cubrió un total de 8,3 millones de hectáreas, 19,7% por detrás del ciclo anterior, y la estimación de producción se ubica en 48,5 millones de toneladas.
La contracara fue un incremento del área implantada con soja, que ganó 1,3 millones de hectáreas en el ciclo actual, con una cobertura de 17,8 millones a nivel nacional.
Los rindes de la soja fueron afectados por olas de calor en gran parte del país a lo largo de enero y las primeras semanas de febrero.
Por otro lado, el norte argentino sufrió un verano extremadamente seco y cálido, lo que generó pérdidas de gran magnitud.
Todo ello implicaría una caída del 5,7% interanual en los rindes, y por este motivo la producción de soja se proyecta en 48,5 millones de toneladas retrocediendo un 3% respecto a la campaña previa, pese a la mayor superficie sembrada.
Para el caso del trigo, el incremento de superficie en la 2024/25 también fue significativo, subiendo 25% entre campañas y alcanzando 6,9 millones de hectáreas.
A nivel nacional, los rindes promediaron aumentos del 7,4% con respecto al ciclo anterior y, de esta manera, la estimación de producción 2024/25 se ubica actualmente en 20,1 millones de toneladas, con un aumento del 39% interanual.
Y en términos de producción, esta campaña se posiciona como la segunda mejor en la historia nacional, solo detrás de las 23 millones de toneladas del ciclo 2021/22.
Otro cultivo de invierno, la cebada, también ha mostrado un incremento de la superficie sembrada, estimándose en 1,7 millones de hectáreas, ganando 200 mil hectáreas respecto de la campaña previa.
En lo que respecta al girasol, se estima un área sembrada de 2,2 millones de hectáreas, con las labores de siembra finalizadas en los primeros días de enero. La cosecha prácticamente ha llegado a su fin en todo el país, exhibiendo buenos a muy buenos rindes, por lo que la producción se proyecta en 4,7 millones de toneladas en la campaña 2024/25.
El envío al exterior de granos subirá 3% en el ciclo 2024/25, con un total proyectado de 56,3 millones de toneladas.
El incremento tiene que ver con el mayor saldo exportable de trigo, ocasionado por el aumento de la oferta.
Las exportaciones de este cereal crecerían un 44% interanual, y alcanzarían las 11,0 millones de toneladas.
Los despachos al exterior de la soja, por su parte, aumentarían un 14% entre campañas, estimándose en 5,2 millones de toneladas.
Por el lado del maíz, en cambio, se prevé un retroceso interanual del 7,6%, ubicándose en 33,5 millones de toneladas.
Si además se considera el envío al exterior proyectado de aceites y subproductos para la campaña 2024/25, el despacho total al exterior entre los principales complejos cerealeros y oleaginosos alcanzaría 97,4 millones de toneladas, registrando un incremento del 3% entre campañas.
En este contexto, la Bolsa rosarina estima que el agro aportará US$ 31.633 millones en 2025.
Durante el primer cuatrimestre del año el agro liquidó un total estimado de US$ 10.600 millones, considerando tanto el Mercado Libre de Cambios (MLC) como las divisas aportadas al mercado financiero (CCL) bajo el esquema del denominado "dólar blend" vigente en la primera parte de 2025.
Este monto es US$ 2.000 millones superior al registrado en igual período del año pasado y constituye el tercer mayor valor para un primer cuatrimestre en los últimos diez años, solo por detrás de 2021 y 2022, cuando los precios internacionales de los productos agroindustriales alcanzaron niveles históricamente elevados.