Opinion

Trigo argentino: nuevas tecnologías de cosecha y el desafío de competir en la región

A pesar de los vaivenes políticos y económicos, los productores siguen apostando por la innovación.

Matías Cosenza
Matías Cosenza
Redaccion Agrolatam.com

La incorporación de cabezales despojadores en la cosecha de trigo marca una tendencia que empieza a consolidarse en la Argentina, con impactos en la eficiencia, la sustentabilidad y la competitividad regional.

La campaña triguera dejó resultados dispares, pero con un saldo positivo: la apuesta al cultivo funcionó. En el NEA, donde el trigo hasta hace poco era un cultivo de servicio, hoy se esperan rindes por encima de los 30 quintales. En Corrientes, bajo riego y rotación con arroz, varios lotes superaron los 40 quintales, marcando un récord en la región.

La adopción de cabezales stripper se expande en el país. Estos equipos permiten acelerar la cosecha, ahorrar energía y lograr un rastrojo ideal para la siembra de soja de segunda. El beneficio es doble: para el contratista, que puede duplicar la capacidad de su máquina, y para el productor, que asegura una implantación más uniforme y eficiente.

La genética está cambiando las reglas del juego. Brasil avanza en su plan de autosuficiencia, buscando reducir importaciones, lo que representa un desafío para la Argentina, históricamente abastecedora de ese mercado dentro del Mercosur. En Paraguay, técnicos argentinos como Pablo Abbate impulsan desarrollos que incluyen la intersiembra de soja dentro del trigo, una práctica que podría anticipar la campaña y mejorar los rindes.

Mientras la región invierte en biotecnología, genética y sistemas de riego, Argentina mantiene su competitividad pero enfrenta dilemas internos: retenciones, costos logísticos y brecha cambiaria que limitan la capacidad de aprovechar al máximo estas innovaciones. El desafío no es solo producir más, sino sostener mercados en un contexto de competencia creciente.

Las jornadas técnicas y la adopción de nuevas tecnologías reflejan una verdad contundente: el agro argentino sigue avanzando, incluso en escenarios adversos. La combinación de innovación, genética y resiliencia productiva abre oportunidades, siempre que el país logre acompañar con políticas que no frenen al campo.