El orgullo de producir en Patagonia: una convicción que se transforma en política
Desde el corazón del campo neuquino, productores celebran que alguien "de los suyos" asuma un rol clave. La gestión promete simplificar trámites, cuidar el agua y respaldar la identidad patagónica.
En la Patagonia no se produce por comodidad. Se produce por convicción. Por decisión de vida. Por arraigo. Quienes eligen quedarse en el campo saben que el clima, la distancia y la escasez de recursos son parte del desafío diario. Por esoDesde el corazón del campo neuquino, productores celebran que alguien "de los suyos" asuma un rol clave. La gestión promete simplificar trámites, cuidar el agua y respaldar la identidad patagónica. cuando un productor como Diego García Rambeaud asume como secretario de Producción e Industria de Neuquén, el hecho trasciende la política: es una señal de que el Estado empieza a mirar al interior profundo con otros ojos.
"Somos apenas el 4% del RESPA, pero sostenemos soberanía, cuidamos recursos y generamos riqueza en condiciones difíciles", dicen con orgullo quienes, como García Rambeaud, conocen el campo no desde un escritorio, sino desde el polvo, la helada y la aridez. Y ahora, ese mismo productor, será quien trace la hoja de ruta para modernizar los procesos que tantas veces trabaron al sector.
Desde la Sociedad Rural del Neuquén -que integró y presidió- hasta las chacras aisladas que aún apuestan al riego, la designación fue recibida como una oportunidad histórica. Una mirada desde adentro, sin fórmulas urbanas.
La premisa es clara: simplificar trámites para que el productor pueda estar donde quiere estar, que es el campo. Pero también hay una visión que trasciende lo administrativo: cuidar los pastizales naturales, entender el valor de cada gota de agua y revalorizar el estatus sanitario patagónico, ese que hace 21 años mantiene libre a la región de aftosa sin vacunación. Todo, con una lógica que combina lo local con lo global: abastecer a la región metropolitana de Neuquén y Río Negro, sin perder de vista los mercados turísticos e internacionales.
La Patagonia tiene su sello. Tiene una identidad productiva que no se parece a ninguna otra. Y hoy, más que nunca, empieza a tener también una política que hable su mismo idioma.