Economía

 El coronavirus desata nueva ola de devaluaciones y pone mayor presión sobre el peso argentino

Justo cuando el Gobierno argentino apuesta a que la estabilidad cambiaria sea el ancla anti inflacionaria, los países de la región vuelven a depreciar sus monedas

6 Mar 2020

El impacto económico del COVID-19 comenzó a hacerse sentir en la mayoría de los países de la región. La situación se configura como un shock externo de magnitud: las diferentes monedas se deprecian ante la fuga de capitales a destinos más seguros por la incertidumbre que la enfermedad genera.

Es más, con su aparición, el coronavirus no hace otra cosa que acelerar una tendencia que ya se venía observando en los meses previos, según la cual todas las monedas de la región perdieron valor con respecto a la divisa estadounidense.

En Argentina, esta situación genera una inquietud adicional, porque implica un movimiento devaluatorio justo en un momento en el que el Gobierno apela a la estabilidad cambiaria como un pilar del programa económico y como ancla del resto de los precios.

Del cuadro anterior surge, claramente, que la peor parte la lleva el real brasileño, ya que se depreció más del 14% para alcanzar un nivel récord de 4,63 reales por dólar. Le sigue de cerca el peso chileno, que perdió un 11,4%; y luego se posicionan el peso uruguayo, con el 6,5%; y el guaraní, con 5,9 por ciento. Aún más abajo se ubican México y Argentina, que promedian el 4,3%; y Colombia, con el 0,5 por ciento.

Para poner en perspectiva lo sucedido en Brasil, hay que señalar que la inflación esperada para el corriente año en el vecino país es del orden del 3,6%. Es decir que el alza del dólar ya cuadruplica dicha estimación.

Según los analistas consultados por iProfesional, son varios los motivos que coadyuvaron a esta situación. Entre ellos, se puede mencionar que a mediados de noviembre el Banco Central de Brasil comenzó a convalidar una tasa de interés extremadamente baja, algo inusual en esa economía.

Aún con la moneda en declive, el ministro de Economía Paulo Guedes insiste que en su país "se terminó la época del dólar barato".

Ya en el orden político, las dudas de los inversores se centran en la posibilidad concreta que pueda tener el presidente Jair Bolsonaro de lograr aprobar las diferentes reformas estructurales en las que está tratando de avanzar. La cuestión es que el mercado pone en tela de juicio si podrá concretarlas. Este punto es, en su opinión, fundamental para que Brasil retorne a la sendera del crecimiento sostenido.

Entonces, con la crisis del coronavirus que impacta a nivel global y las dudas sobre la efectividad de la política interna de Bolsonaro, los fondos de inversión optaron por salir del país para refugiarse en títulos más seguros, como son los del Tesoro de los Estados Unidos.

Según datos oficiales, a lo largo de febrero la salida de recursos extranjeros de la Bolsa de San Pablo rondó los u$s3.500 millones. El peor día fue, curiosamente, el miércoles de Cenizas, cuando tras los feriados de Carnaval los retiros de la Bolsa de San Pablo superaron los u$s600 millones. La baja en las cotizaciones del Bovespa estuvieron en el orden el 7 por ciento.

De esta manera, al cabo del primer bimestre la salida de fondos ya supera los u$s7.500 millones. En comparación, a lo largo de 2019 la fuga rondó los u$s10.000 millones, lo cual da una idea de la magnitud de la crisis.

Efecto coronavirus en el cono sur

Si bien en menor medida que en Brasil, la situación en Chile es parecida, pues el dólar pasó de los $739 a los actuales $824 en cuestión de semanas.

En lo que va del año, los inversores externos han retirado capitales por unos u$s4.100 millones, lo que impacta en la oferta de dólares, y en consecuencia, presiona al tipo de cambio al alza.

"Luego de que todo el mes estuvo más bien plano, la salida que se registró en algunos días puntuales sobre el fin de mes y en lo que va del actual es relevante, pues no se veía un monto así desde hace un tiempo. En las últimas semanas los movimientos fueron, entre salidas y entradas, por montos en torno a los u$s200 millones", explica la economista de Euroamerica, Martina Ogaz.

"Desde el inicio del brote de coronavirus, el flight-to-quality o fuga a la calidad se ha incrementado y eso ha llevado a una salida de agentes externos, lo que genera presión sobre el peso chileno. Esto se observa a nivel global, no sólo por la situación particular de Chile", confirma la economista de Bci Estudios, Francisca Pérez.

En Uruguay, por su parte, la cotización del dólar alcanzó un nuevo máximo desde el 1° de marzo de 1993, cuando empezó a circular el peso uruguayo como moneda (más allá de que se trata de un hecho anecdótico, ya que económicamente no implica nada por el largo período transcurrido).

Una fuente del gobierno uruguayo consultada sobre la forma en que se viene administrando la situación cambiaria, expresó que "no hay cambios en la estrategia del BCU, ya que se evalúa la situación día a día y mientras el dólar siga la tendencia de los mercados relevantes, no amerita una intervención decisiva".

No obstante estas afirmaciones, los inversores y analistas están a la espera de las primeras señales que emitan las nuevas autoridades económicas del país, a días de haberse registrado el cambio de gobierno.

Precisamente, el presidente Lacalle Pou afirmó recientemente que "Uruguay tiene que valorar la canasta de monedas con las cuales compite y la de la región, Brasil y Argentina. Diría que el dólar tiene que estar un poco por arriba, lo que no puede haber son saltos bruscos. Y agregó que "es difícil el control por el Banco Central de cuánto y cómo sube el dólar"

Mientras tanto, el Banco Central de la República Argentina hizo pública su posición al afirmar que "tendrá "una política cambiaria de flotación administrada para evitar fluctuaciones pronunciadas de la paridad que generen efectos negativos sobre la competitividad, los precios internos y la distribución del ingreso".

Dicha decisión se basa en el hecho que la estabilidad vigente desde agosto, en un marco de fuertes restricciones en el mercado, es una de las variables que permitiría, en estos meses, mantener la tendencia a la desaceleración de la suba de precios.

Esta definición se comprueba en los hechos en la evolución del tipo de cambio en las últimas semanas, ya que solo a partir de febrero éste comenzó a trepar en forma leve pero sistemática, en un intento de evitar que se retrase frente al avance de la inflación.

Pero claramente esta "plancha" de los precios comienza a generar inquietud entre los analistas. De hecho, para Matías Rajnerman, economista jefe de la consultora Ecolatina, "el tipo de cambio se atrasó mucho desde el cepo hard, eso obliga a que empiece a subir; de hecho el mayorista ya está encima de los $62, lo que demuestra que lo están dejando ir".

El impacto sobre el tipo de cambio real de Argentina

En los últimos seis meses, luego del salto registrado post-PASO, el dólar mayorista se mantuvo prácticamente sin variantes hasta fines de enero en torno de los 60 pesos. Luego comenzó a subir en forma moderada, hasta superar los $62 en la actualidad.

Esta relativa estabilidad en las cotizaciones, que en gran medida se debió al permanente monitoreo que llevó a cabo el Banco Central, se contrapuso a una inflación que lejos de ceder, trepó en forma sostenida, en particular en el segundo semestre del año pasado.

Como resultado de ello, el tipo de cambio real multilateral que elabora el Banco Central pasó de los 141 puntos a los 118 de la actualidad. Ese indicador surge del "Ponderado por el comercio de manufacturas" y actualmente le asigna a Brasil un peso del 30%, a Estados Unidos 13%, a China 15% y a la zona del euro un 20%.

Si se analizara este período en forma aislada, se llegaría a la conclusión que en este lapso el tipo de cambio se apreció nada menos que un 16 por ciento.

Pero si se considera un período más prolongado, se puede concluir que ese nivel de agosto del año pasado fue un fogonazo muy difícil de sostener y que el nivel actual está prácticamente en línea con los correspondientes al primer semestre de 2019.

Más allá de esta visión de largo plazo, en los últimos tres meses, en coincidencia con la entrada en funciones del nuevo gobierno, se produjo un cambio sustancial en las condiciones de los mercados internacionales. Esto fue, en particular, por la inesperada y abrupta expansión del coronavirus, que puso en estado de alerta tanto a inversores como a los bancos centrales de la mayoría de los países.

Como consecuencia de ello, y en forma silenciosa, la mayoría de las monedas perdieron frente al dólar, en un intento de no perder competitividad, lo cual impactó en forma directa en su relación con el peso argentino.

De hecho, en estos tres meses el tipo de cambio real multilateral retrocedió casi 5 por ciento.

En tal sentido y como surge del cuadro anterior, a excepción del correspondiente a China, pues el yuan se mantuvo sin variantes frente al dólar -que mejoró poco más del 2%-, en el resto de las zonas o países se registraron caídas: van desde 3,2% en el caso de la Zona Euro o los Estados Unidos, hasta casi el 10% en la relación con el real brasileño.

A partir de esta evidencia, queda preguntarse cuál será el rumbo que elegirá la autoridad monetaria: dejar que el tipo de cambio se aprecie para convertirlo en un ancla anti inflacionaria o acompañar a las monedas de la región para no perder competitividad, en especial con respecto a Brasil. Se trata de un interrogante al que solo el tiempo le dará su respuesta.

Por Rubén Ramallo


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