La Commelina erecta, también conocida como "Flor de Santa Lucía", dejó de ser una curiosidad botánica para transformarse en una de las malezas más problemáticas que enfrentan los productores en los sistemas agrícolas de siembra directa.
Según datos de la Red de Manejo de Plagas (REM) de Aapresid, su presencia se ha expandido notablemente en la última década: pasó de 117 departamentos en 2013 a 164 en 2023, abarcando más de 15 provincias argentinas desde Buenos Aires hasta Tucumán.
Esta maleza perenne, que sobrevive en invierno bajo tierra gracias a sus rizomas, muestra una extraordinaria capacidad de rebrote y adaptación, reproduce por semillas y estructuras subterráneas, y tiene tolerancia al glifosato, lo que dificulta su control químico. Además, su variabilidad genética y plasticidad ambiental le permiten mantenerse competitiva incluso bajo condiciones adversas.
"El otoño es clave para atacar esta maleza", remarcan desde la REM. Tras la cosecha de los cultivos estivales y antes de las primeras heladas, la Commelina erecta aún está activa y acumulando reservas, lo que la convierte en blanco ideal para herbicidas sistémicos.
El imazapir, perteneciente al grupo de las imidazolinonas, es una de las principales recomendaciones para este momento. Su aplicación en lotes con baja cobertura, como los que deja la soja o el girasol, permite que el producto llegue a los rizomas y debilite las reservas de la planta.
Eso sí, la aplicación debe hacerse antes de las heladas, y requiere planificación en la rotación, ya que el principio activo tiene persistencia en el suelo y puede afectar al cultivo posterior.
Más allá de las acciones químicas, el manejo integrado es indispensable. Incorporar cultivos invernales como trigo o incluso cultivos de servicios, ayuda a interrumpir el ciclo de la maleza, disminuir su exposición a la luz y limitar los rebrotes.
Ensayos a campo demostraron que sembrar trigo luego del control otoñal es una de las estrategias más efectivas para disminuir la presión de esta maleza.
Durante la primavera, cuando los rebrotes tienen menos de 15 cm de diámetro, es el momento de mayor vulnerabilidad. Aquí es donde se recomienda aplicar una estrategia "doble golpe": primero, un herbicida sistémico, seguido por uno de contacto, para agotar por completo las reservas energéticas de la planta.
La REM advierte que la Commelina erecta suele iniciarse en cabeceras y bordes de lote. Si no se detecta y controla a tiempo, su expansión puede ser rápida y costosa.
"Detectarla en sus primeros estadios y actuar en consecuencia es la mejor manera de evitar una infestación generalizada", concluye el informe.
Con planificación, tecnología y manejo estratégico, el otoño ofrece una oportunidad única para frenar a una de las malezas más persistentes del agro argentino. La batalla contra la Flor de Santa Lucía puede ganarse, pero el momento es ahora.