Opinión

Señales de humo

El tema es que parezca que se está haciendo algo con este nivel de inflación que demuele los ingresos.

16 May 2023

 Más de lo mismo no genera resultados distintos. La importación de alimentos puede profundizar el fracaso del equipo económico

Aun poniéndole la mejor voluntad la sensación es que no hay nada nuevo bajo el sol. Las últimas medidas de Massa no ayudarán demasiado a una economía argentina que está cada vez más cerca de la extremaunción. Es penoso además que las reuniones y los anuncios aparezcan tras un número lamentable como el que ofreció la inflación de abril, algo que todo el mundo sospechaba hace rato.

Claramente se va detrás del problema o bien se intenta calmar los ánimos para generarle alguna sobrevida al cascoteado Plan Llegar. "Son paliativos para ver si tiramos un mes más; en dos semanas nadie se acordará de estas medidas", definió un reconocido economista.

La Argentina está registrando la inflación cuatrimestral más grande desde la última hiper, y se acerca a esta instancia a la velocidad de la luz, porque el gobierno no va al hueso (gasto público) y porque ya no despierta credibilidad en la gente. La gravedad de la situación demanda medidas de shock, que esta Administración no está dispuesta a aplicar.

La suba de tasas planteada es pan para hoy y hambre para mañana; solo demorará durante un breve lapso la dolarización de las carteras, pero no va a evitarla. Más temprano que tarde el sufrido habitante de la Argentina volverá a correr detrás del dólar, mientras se sigue emitiendo y el Banco Central se va vaciando de divisas. Es cierto, hay ingentes presiones para que el Fondo suelte los dólares que pueden estirar la supervivencia de este equipo económico, incluso pedidos de dinero sin ruborizarse a Brasil y China, hasta ahora con pocos resultados.

Por lo demás, estas tasas astronómicas aumentan la infernal deuda del Central y tienen impacto recesivo sobre muchas actividades. El financiamiento para las empresas se pone cada vez más inaccesible.

Paralelamente, en un país que necesita dramáticamente bajar el gasto, se habla de la creación de la Unidad de Seguimiento y Trazabilidad de las Operaciones de Comercio. ¿Más burocracia, más empleados públicos que mantener, más capitalismo de amigos? Sin dudas va a contramano de lo que sería recomendable. Los controles de precios han fracasado casi desde que el hombre descubrió la rueda y empezó a comerciar, pero se insiste en engañar a la gente con estas propuestas. Precisamente con controles de precios estamos ya en el 140 o 160% de inflación anual, y subiendo.

Pero a este postre la falta la frutilla. El Banco Central emitió 290 mil millones de pesos para financiar al gobierno en mayo, y empezaría a disminuir el ritmo de devaluación diaria del tipo de cambio oficial. El primero es combustible fresco para la inflación y el segundo demuele exportaciones y acelera la caída de reservas. En ese contexto, el gobierno habla de importar alimentos como solución a una carestía que nos está llevando puestos. Fulbito para la tribuna, no mucho más.

El Mercado Central sería habilitado para importar alimentos sin pagar aranceles ni control de precios. Al margen de una montaña de dudas sobre la operatoria implícita, sobrevuela la sombra de que acabe convertido en un apéndice para uso partidario y electoral. Del Plan Platita al Plan Verdurita. Puede ser.

Se le vuelve a decir a la gente que la inflación que nos condena a la miseria parte del abuso de las empresas por posición dominante, lo cual no es cierto. La suba de precios deviene de la emisión ilimitada en la que ha caído el gobierno, y la falta de expectativas respecto de su idoneidad.

El Mercado Central también podrá generar fideicomisos público/privados para la compra de productos alimenticios, a pesar de que ya hay varios funcionado rodeados de sospechas de diversa índole y absolutamente ineficaces para contener el flagelo de los precios.

Algunas dudas más se suman al análisis de la propuesta: ¿Con qué dólares comprarán los productos importados? ¿Dónde los comprarán, porque los habitantes de los países vecinos se cruzan a la Argentina a hacer su provista? ¿Por qué la medida se concentra en los alimentos, cuando hay rubros como la vestimenta que han subido en la misma o mayor proporción? Hay que recordar además que el rol de importador no está en los estatutos del Mercado Central, por lo cual puede ser objeto de alguna cuestión judicial que dé por tierra con la idea, eso sin menear demasiado el triste recuerdo de los pollos de Ricardo Mazzorin. "Es parte de un show, como el de precios justos y tantas cosas que hacen", opinó el mismo economista citado en los primeros párrafos.

Qué grande tiene que ser el fracaso para que el país de los alimentos piense en importarlos, mientras se hace el distraído con la presión tributaria que toleran los productores agrícolas y con la suba de costos que el mismo Estado genera en cada una de las cadenas. Los empresarios dicen en off que si un emprendimiento intenta cumplir con todos los gravámenes a pie juntillas, quiebra a los pocos meses.

El 20% de los habitantes del país sostiene este gasto público desmadrado. No sólo es urgente bajar costos sino también generar escenarios atractivos y predecibles para dar vida al trabajo genuino y privado. Nada de esto está a la vista, y faltan muchos meses para contar con un nuevo gobierno.