En el corazón de la Patagonia, al borde del lago Buenos Aires, un pequeño valle argentino cultiva la cereza más austral del mundo. Hoy, ese fruto excepcional obtuvo su merecido reconocimiento: la denominación de origen para la cereza del valle de Los Antiguos, un sello de calidad que certifica su unicidad y valor.
El logro es fruto de más de diez años de trabajo articulado entre productores locales, el INTA Los Antiguos, cooperativas y organismos provinciales y nacionales. "Estas cerezas son distintas y ahora tenemos cómo demostrarlo", celebró Federico Guerendiain, de la Cooperativa El Oasis, que nuclea a varios productores de la zona.
Dulzura patagónica con identidad propia
Las cerezas de Los Antiguos no solo se destacan por su dulzor natural, firmeza y color profundo, sino también por un entorno geográfico que las hace irrepetibles. El microclima del valle, con amplitudes térmicas extremas, alta luminosidad y humedad controlada, permite un desarrollo lento del fruto, que puede superar los 100 días de maduración. Ese proceso da como resultado una cereza con sabor más intenso y textura crujiente.
"La denominación de origen no solo posiciona el producto en los mercados, sino que permite acceder a beneficios para las exportaciones y abre nuevas oportunidades comerciales", destacó Liliana San Martino, investigadora del INTA. "No solo se certifica la zona, también el saber hacer: desde el tipo de poda, el riego ajustado hasta el momento exacto de cosecha".
Un fruto de conocimiento y tradición
El reconocimiento también avala el saber ancestral de los productores. Cada etapa, desde la poda hasta la cosecha, está marcada por una combinación de experiencia empírica y ciencia aplicada. "Estas cerezas no son solo las últimas en cosecharse en el hemisferio sur; son también las más dulces y crocantes", explicó Diego Aguilar, presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza.
Para Aguilar, la validación del INTA fue clave: "Sabíamos que eran diferentes. Ahora lo podemos demostrar. Este sello abre puertas y nos permite competir por calidad, no por cantidad".
Un futuro con más inversión y expansión
Con la denominación de origen ya oficializada, el desafío será seguir creciendo. "Esta herramienta atraerá nuevas inversiones, ampliará la superficie productiva y llevará este producto único a más consumidores", afirmó Aguilar.
La cereza patagónica no solo conquista por su sabor. También lo hace por su historia, por el compromiso de su gente y por la conexión con una tierra que exige paciencia, dedicación y pasión. Hoy, esa historia tiene un nuevo capítulo: uno con nombre, sello y proyección global.